En condiciones normales, valiéndonos de un funcionamiento corporal óptimo, nuestro organismo puede realizar múltiples clases de movimientos sin necesidad de que exista un desplazamiento. Una de las posibilidades es el denominado movimiento articular, en el cual ganan protagonismo todas las articulaciones cuando permiten diversas maniobras físicas, las cuales hay que realizar con recaudos para evitar lesiones o dolores durante el entrenamiento y en la práctica deportiva o laboral.
Según se mueva una articulación hacia adelante o con dirección hacia atrás, por señalar dos alternativas concretas que aportan información de interés sobre el tema, se podrán generar flexiones y extensiones, respectivamente, ya sea haciendo uso de los brazos (dándole protagonismo a los codos) y/o de las piernas (marco en el cual ganan relevancia las rodillas).
Si el alejamiento articular de la línea central del cuerpo es de izquierda o derecha, en tanto, se tratará de una abducción, mientras que al acercar una extremidad desde la parte frontal al tronco del organismo se lleva a cabo una aducción, de acuerdo a quienes se especializan en estas cuestiones.
Al girar un eje, como ocurre cuando movemos el cuello de un lado a otro haciendo el típico gesto de negación con la cabeza por ejemplo, tiene lugar un movimiento articular de rotación, así como al hacer foco en los movimientos del codo podemos diferenciar la pronación (marco en el cual las palmas están hacia abajo y se produce una rotación interna) de la supinación (en este caso, las palmas están hacia arriba y la rotación tiene carácter externo), por detallar otras opciones.