En distintos contextos se apela a la idea de fenómeno para describir a cosas, cuestiones o hasta seres que escapan por alguna razón a lo tradicional o habitual. Un fenómeno, según se desprende de la práctica, es algo sobresaliente o extraordinario, así como también todo aquello que se percibe y surge de experiencias sensibles.
En el plano de la ciencia es posible distinguir entre fenómenos físicos (aquellos que transforman un cuerpo sin modificar su naturaleza) donde se encuadran los fenómenos ópticos, los fenómenos geológicos, los fenómenos meteorológicos, los fenómenos térmicos y los fenómenos hidrológicos, y los fenómenos químicos (procesos irreversibles que sí alteran la naturaleza del material o cuerpo), como los fenómenos eléctricos, los fenómenos atómicos y los fenómenos biológicos. Dentro de estos grupos hay generalizaciones y precisiones que nos ayudan a reconocer, por señalar dos casos puntuales, a El Niño y a La Niña como fenómenos climáticos basados en una fase cálida y una fase fría que modifican las temperaturas globales y los periodos de lluvia.
Las ciencias sociales, por su parte, contemplan el análisis de los fenómenos económicos, los fenómenos sociológicos y los fenómenos psicológicos.
De buscar más clasificaciones que permitan identificar diversos tipos de sucesos, encontramos a los fenómenos aleatorios (vinculados al azar y abarcados por la estadística), a los fenómenos paranormales (consideradas pseudocientíficas dentro de la comunidad científica por no haber evidencias que certifiquen las creencias englobadas en esta categoría donde existen además las subcategorías de fenómenos paranormales de conocimiento y de efectos físicos) y a los fenómenos psicosomáticos (lesiones o trastornos de procedencia psicológica), por enumerar otras a modo de referencia.