La palabra ‘tela’ es un vocablo de múltiples significados, pero en esta oportunidad sólo la analizaremos desde la perspectiva del telar, en la cual se teje una obra confeccionada de numerosos hilos o fibras que, al entrecruzarse, forman una especie de lámina.
Esta clase de materiales flexibles puede ser agrupada dentro del género con pelo (tales como la pana y el terciopelo) o en el segmento de los géneros de costuras especiales (entre las cuales se encuentran la gasa y el encaje).
También existen las telas no tejidas que, como su nombre lo indica, surgen al unir fibras por procedimientos térmicos, químicos o mecánicos, sin necesidad de realizar tejidos. Se trata de productos versátiles que se utilizan en mayor medida para bolsas y fundas por su carácter resistente y duradero.
Las telas geotextiles (aplicables a la agricultura y la estabilización de suelos), las telas ignífugas (las cuales poseen la propiedad de retardar el fuego y ser no combustible), las llamadas telas inteligentes (entre las cuales se encuentran las telas térmicas y las propuestas innovadoras en materia de indumentaria que, gracias a las telas, pueden por ejemplo en camperas dotadas con agenda y camisetas capaces de tomar la presión arterial) y las telas acrobáticas (elemento indispensable para la práctica circense de ejercicios aéreos tales como la danza y la acrobacia) son otros tipos de telas que se pueden encontrar hoy en día a nivel internacional.
Claro que, además de los conceptos mencionados, el término se utiliza a diario para dar nombre a productos como la tela adhesiva, la tela asfáltica, la tela de araña y la tela metálica.