Los seres humanos vivimos dando y recibiendo mensajes, no solamente por vía escrita sino también generándolos y transmitiéndolos con gestos, señas y palabras a fin de provocar múltiples efectos.
El avance de la tecnología ha permitido que, desde hace tiempo, existan los mensajes de correo electrónico, los intercambios de información mediante la mensajería instantánea, los mensajes de voz y los mensajes de texto que se hacen posibles gracias a las redes de telefonía y al acceso a Internet. En este marco, de acuerdo al estado, origen y ubicación de estos enunciados, se encuadran en las categorías de mensajes enviados o no enviados, mensajes antiguos, mensajes recientes, mensajes automáticos, mensajes leídos o no leídos, mensajes recibidos, mensajes no deseados o mensajes borrados.
Según cómo se exprese el emisor, por otra parte, podemos diferenciar entre mensajes claros, mensajes confusos, mensajes directos, mensajes indirectos, mensajes polémicos y mensajes graciosos, por enumerar las alternativas más comunes. El contenido, en tanto, revela si se trata de un mensaje de amor, un mensaje de solidaridad, un mensaje de aliento, un mensaje discriminatorio, un mensaje agresivo o de un mensaje de paz, entre otras opciones a tener en cuenta.
Asimismo, es interesante recordar que hay mensajes subliminales (por medio de canciones, imágenes, etc. cuyos contenidos se perciben de manera subconsciente), mensajes encriptados (cifrados por seguridad para proteger datos importantes), mensajes en botellas (las cuales suelen arrojarse al océano con la intención de que alguna vez sean encontrados por alguien) y mensajes espirituales (suelen ser profundos y estar relacionados a la religión).