Cuando, en un Estado, la autoridad y representación suprema se ejercen por una única persona que, en condición de rey, recibió el poder de manera hereditaria y lo transmite por esa misma vía, se desarrolla una monarquía.

De analizar esta modalidad de gobierno a lo largo de la Historia y hacer foco en los sistemas que rigen en diversos países, podremos descubrir numerosas clases de monarquía, cada una de ellas con particularidades que permiten diferenciarlas de las demás y que, a continuación, vamos a señalar para ofrecer información útil sobre el tema.

Tras las guerras napoleónicas, por ejemplo, en las naciones europeas se impuso la monarquía liberal, en la cual se compartía el poder entre el rey y los representantes populares. Cuando todos los poderes se atribuyen sin límites al rey, en tanto, se alude a la monarquía absoluta. Si el monarca se elige por medio de un mecanismo de votación con restricciones a la hora de aceptar candidatos y validar a quienes participan del proceso de elección, por describir otra posibilidad, entonces se trata de una monarquía electiva.

La monarquía representativa, por otra parte, se caracteriza por reservar al monarca la jefatura del Estado pero permitiendo que los poderes efectivos sean asumidos por representantes de la sociedad. Un tipo especial de monarquía representativa es la llamada monarquía parlamentaria, marco en el cual el rey asume la responsabilidad de moderar y garantizar el buen funcionamiento de las instituciones democráticas.

Por último, es interesante tener en cuenta que, cuando se combinan aspectos de distintas formas de gobierno, se hace referencia a monarquías híbridas.