Si bien la Real Academia Española (RAE) le atribuye al concepto de presupuesto múltiples acepciones (lo presenta, por ejemplo, como el motivo o pretexto con que se ejecuta algo y como sinónimo de suposición), la mayoría de la gente asocia a este vocablo con el cómputo anticipado del costo de una obra o con el cálculo de dinero que se realiza para saber cuánto capital se dispone para encarar una determinada actividad.
Como los presupuestos pueden calcularse para diversos fines y pueden estar sujetos a modificaciones capaces de alterar sus características iniciales, se los suele encuadrar en múltiples categorías para facilitar su reconocimiento.
Así, pues, en función de su nivel de flexibilidad se los puede definir como presupuestos rígidos, estáticos, fijos o asignados si no contemplan las posibles alteraciones que se puedan registrar durante el periodo que abarque el presupuesto o bien como presupuestos flexibles o variables si pueden ser modificados en función de las circunstancias que se presenten.
Cabe resaltar además que los presupuestos pueden ser a corto o a largo plazo, y de ser elaborados en el marco de una empresa, subdividirse según el área de aplicación y su relevancia a nivel corporativo, una variable que da lugar a los llamados presupuestos maestros, los presupuestos intermedios, los presupuestos operativos y los presupuestos de inversiones.
Para no dejar incompleta la descripción sobre los distintos tipos de presupuestos existentes, agregaremos que también se confeccionan presupuestos de ventas, presupuestos de producción, presupuestos de gastos varios, presupuestos financieros, presupuestos públicos, presupuestos privados y presupuestos familiares.