El término estado (del latín status) posee múltiples significados y, por lo tanto, puede ser aplicado en distintos contextos y ámbitos para hacer mención a diversos asuntos o cuestiones.
En ciertas ocasiones, por ejemplo, se lo puede entender como el modo de ser o estar de alguien o algo, mientras que en otras se lo puede interpretar como la clase o condición a la que está sujeta la vida de cada individuo. Asimismo, se lo puede reservar también para nombrar al grupo de órganos de gobierno que se articulan en un país soberano.
Ante tan variadas acepciones surgen pues numerosos conceptos que giran en torno a una misma palabra sin necesidad de ser sinónimos ni de anular al resto de las nociones, tal como ocurre con el denominado estado de la materia (sólido, líquido o gaseoso), el estado estacionario (dicho de un sistema físico cuyas propiedades no se alteran con el paso del tiempo) o el estado febril (marcado por el incremento de la temperatura corporal, a menudo producto de alguna infección o enfermedad).
El estado liberal, el estado de derecho, el estado socialista, el estado unitario, el estado federal, el estado de sitio o el estado totalitario son, por otra parte, expresiones vinculadas al ámbito político y al perfil gubernamental de una determinada nación.
En este grupo de ideas derivadas del vocablo estado también es posible distinguir al concepto de estado civil, una noción condicionada por las relaciones de familia de un determinado ser humano, el cual puede ser soltero, casado, viudo o divorciado.