Muchas son las aplicaciones prácticas del concepto de cubierta. En la vida cotidiana, es usual que aprovechemos la noción para describir a aquella cosa que presenta una cobertura. Por ejemplo: “Le preparé una torta cubierta de chocolate”, “Encontré a la víctima cubierta por hojas y ramas de árboles”, “Por un accidente doméstico, terminé cubierta de harina mientras cocinaba”.
Asimismo, la cubierta puede ser entendida como la sección delantera de un libro (donde se reproduce la información de la portada y se cubren los pliegos), el sobre que contiene un texto o mensaje, la franja protectora de la cámara propia de los neumáticos, el sector externo de la techumbre de una edificación o los niveles de una embarcación.
Si hacemos foco en la interpretación propia del ámbito de la construcción o arquitectura, reconoceremos a las cubiertas inclinadas, a las cubiertas invertidas, a las cubiertas planas y a la pendiente de cubierta.
Los expertos en cuestiones náuticas, en cambio, al ver una embarcación son capaces de diferenciar a las cubiertas del doble fondo, a la cubierta principal, a la cubierta de control de sala de máquinas, a la cubierta de la sala de máquinas y a distintas cubiertas relacionadas a los espacios donde se aloja la tripulación. Con experiencia e información apropiada, además, se individualizan las cubiertas altas, la cubierta del combés, la cubierta del alcázar, la cubierta del castillo, la cubierta de entrepuentes, la cubierta levadiza, la cubierta de pozo y la cubierta de saltillo, entre muchas otras.
Una vivienda sustentable, por otra parte, puede llegar a incluir entre otras estructuras una cubierta solar, armada a partir de varios paneles solares.