Están en las bibliotecas, son materiales de consulta permanente durante la etapa escolar, se pueden obsequiar a personas de todas las edades y permiten cultivar el hábito de la lectura. Como bien lo adelanta el título de este artículo, estamos hablando de los libros, esos objetos que carecen de fecha de vencimiento y están compuestos por un número de páginas que varía según la extensión que ha querido darles su autor.
Cabe resaltar que los libros no siempre están relacionados a la literatura. Más allá de la gran diversidad que existe en materia de publicaciones literarias, hay obras que poseen carácter científico o surgen por otras motivaciones no muy vinculadas al oficio del escritor.
La clasificación de un libro, por lo tanto, no se limita a abordar su contenido, antigüedad o el soporte que lo respalde, sino que se extiende hacia criterios más generales.
Así, entonces, se puede hacer referencia tanto a libros infantiles o a libros recreativos como a libros antifonarios (donde se lleva un registro anual de las antífonas), libros borradores (el confeccionado por algunos comerciantes en base a anotaciones vinculadas a su actividad diaria) y libros de acuerdos (donde se plasman las resoluciones tomadas en el marco de una reunión formal).
Además, existen los libros de asiento, los libros de becerro, los libros de caballerías, los libros de cuentas ajustadas, los libros de horas, los libros de estilo, los libros de la vida, los libros diarios, los libros morales y los libros procesionarios, entre muchos otros que le aportan variedad al rubro.