A nivel general, se emplea el concepto de explosivo como adjetivo para describir a todo aquello capaz de producir una explosión o de causar impacto llamando la atención. Los expertos en cuestiones fonéticas, en tanto, señalan que un fonema es explosivo cuando se pronuncia con fuerza y oclusión.
Si centramos la atención en las sustancias y materiales que liberan en poco tiempo radiación, presión o calor generando así múltiples daños, entonces encontraremos explosivos que se diferencian entre sí por su composición química, su utilización y su nivel de potencia o alcance.
Hay, entre otros, explosivos deflagrantes como la pólvora y explosivos detonantes como las sustancias explosivas primarias (también conocidos como iniciadores, accionados a partir de un estímulo externo como puede ser una descarga eléctrica, un choque, una fricción, etc), las sustancias explosivas secundarias y las sustancias explosivas terciarias.
Los explosivos nucleares, por su parte, se caracterizan por su gran poder destructivo y a raíz de todos los daños que causan se encuentran prohibidos para utilización comercial.
Para ciertos casos de demolición y para endurecer el acero con riqueza de manganeso, en cambio, se tienen en cuenta los explosivos plásticos, productos que se destacan por ser maleables y suaves.
El listado de opciones sobre estos materiales incluye además las posibilidades de los explosivos en polvo aglutinados y de los explosivos de metal inerte denso (contraindicados por tener efectos biológicos potentes, generando heridas imposibles de tratar y hasta cáncer en los tejidos alcanzados por las micropartículas del arma), por agregar otros a modo orientativo.