El concepto de azúcar está muy presente en nuestra vida ya que se trata de un producto que mucha gente utiliza a diario para endulzar una bebida (café, té, leche) o realizar un postre. Hay estudios médicos, además, que miden la cantidad de azúcar que alguien tiene en su sangre para ayudar a determinar si alguien padece un determinado problema de salud.

La procedencia y el nivel de refinación, así como su color, son cuestiones que se tienen en cuenta al momento de identificar a cada tipo de azúcar. Las variedades incluyen azúcar blanca (la más común, que sirve ya sea para agregar a la mezcla de una torta como para añadir en una infusión), azúcar amarilla (conocida también con el nombre de rubia), azúcar blanquilla (con una refinación media) y azúcar negra (definida en ciertas ocasiones como azúcar moreno o azúcar prieto).

Al investigar el tema con mayor profundidad, adquieren relevancia categorías no tan populares entre quienes no se especializan en este disacárido consumido por millones de personas alrededor del mundo. Así ocurre, por ejemplo, con el azúcar candi (o cande, que se obtiene a partir de un proceso lento de evaporación); el azúcar centrífugo (de grano grueso, semirrefinada), el azúcar comprimido (en la cual se comprime el polvo), el azúcar de cortadillo (fraccionada en terrones), azúcar de leche, azúcar de flor, azúcar de lustre (o azúcar glasé), azúcar de malta, azúcar de pilón, azúcar de plomo (conocida también como azúcar de Saturno), azúcar de quebrados, azúcar de redoma, azúcar de uva o azúcar granulada, por mencionar otras alternativas a modo de referencia.