Los pantalones, las camperas, las carteras y muchos otros productos de uso cotidiano incluyen un mecanismo de cierre para abrirse y cerrarse. Asimismo, hay dispositivos y formas de clausurar algo que también diversifican la idea de cierre. Después de todo, esta palabra alude directamente al acto de cerrar, de dar por finalizado algo, y puede admitir numerosas aplicaciones.
Los cierres metálicos, por ejemplo, son parte de cortinas que se enrollan y se cierran con candado o cerraduras para proteger locales y comercios varios. Los cierres centralizados, en cambio, son mecanismos presentes en los automóviles modernos para poder abrir y cerrar puertas y ventanillas desde un solo comando.
En Teoría de Conjuntos, en tanto, se hace referencia a los cierres reflexivos, a los cierres transitivos, a los cierres simétricos y a los cierres de relación. En el séptimo arte, por otra parte, se interpreta al hecho de hacer desaparecer de manera gradual una imagen como “cierre en fundido”.
Asimismo, cuando el dueño de una empresa anuncia el cese de actividades como estrategia para presionar a los empleados y lograr que ellos acepten ciertas condiciones laborales, adquiere relevancia la idea de cierre patronal.
También en el plano periodístico se utiliza esta palabra para describir el hecho de concluir una edición previa al lanzamiento de una publicación. Por ejemplo: “El cierre del periódico es a las 18 horas: necesito que todas las notas con sus respectivas imágenes estén presentadas antes de ese horario”.
Otras clases de cierres que se pueden distinguir en diversos marcos: cierre de bayoneta (para acoplar un par de piezas), cierre de caja, cierre de exclusión mutua, cierre textil (velcro, abrojo, cremallera, etc)…