Durante el periodo de gestación humana, la placenta es el órgano adherido a la superficie interna del útero del cual nace el cordón umbilical para conectar al feto con la madre. Desde el punto de vista de la Botánica, en tanto, se conoce como placenta a la porción vascular de los frutos a la cual permanecen unidos las semillas o los huevos, así como también se aprovecha el término para identificar al borde, por lo general grueso, del carpelo, en el cual se implantan los óvulos.
Al hacer foco en las aplicaciones y segmentaciones de esta palabra, descubrimos numerosas clasificaciones.
Se conoce como placenta previa, por señalar un caso concreto, a aquella que se despliega en la parte baja del útero y que, por su ubicación, puede complicar el parto al obstruir el cuello uterino. Al analizarla, los expertos pueden catalogarla como placenta baja o de tipo I cuando el borde inferior no alcanza el orificio cervical; placenta periférica o de tipo II si está en contacto con la porción superior del cuello uterino; placenta parcial o de tipo III si obstruye el fragmento superior del cuello del útero de modo parcial o como placenta previa completa o de tipo IV si cubre la parte superior del cuello uterino en su totalidad.
La placenta epiteliocorial, para sumar datos de interés sobre el tema, es aquella donde el corion roza al endometrio sin llegar a penetrarlo, como sí sucede con la placenta endoteliocorial. La placenta sindesmocorial, por su parte, es propia de rumiantes y se caracteriza por conservar intacto el epitelio de la mucosa del útero mientras que el trofoblasto entra en contacto con el tejido uterino.