Se conoce como penicilina a una sustancia con poder antibiótico que se utiliza para tratar y combatir infecciones y enfermedades ocasionadas por determinados microorganismos.

De acuerdo a quienes han estudiado este producto en profundidad, es posible distinguir una amplia variedad de penicilinas, las cuales se diferencian entre sí por su origen y su campo de acción.

A grandes rasgos, podemos señalar tres conjuntos: el de las penicilinas naturales (tal como se considera, por ejemplo, a la penicilina G o bencilpenicilina), el de las penicilinas biosintéticas que requieren un proceso de fermentación que tiene lugar en un medio de cultivo que se inocula con una cepa productora del hongo conocido como Penicillium y el de las penicilinas semisintéticas que surgen al modificar químicamente productos que derivan de la penicilina G.

De buscar más precisiones sobre el tema, ganan relevancia además las aminopenicilinas (las cuales poseen un amplio espectro de acción y están aconsejadas, entre otros casos, para determinadas infecciones urinarias e infecciones respiratorias de las vías altas causadas por estreptococos) y las amidinopenicilinas (resultan muy eficientes para combatir Gram negativos pero no así para actuar frente a Gram positivos). Las ureidopenicilinas, por detallar otra posibilidad, se destacan por poseer concentraciones tisulares importantes y penetrar bien en los tejidos).

Al combinar penicilina G con procaína, en tanto, se da origen a la bencilpenicilina procaína (o penicilina G procaína), mientras que el compuesto con benzatina da como resultado una bencilpenicilina benzatínica. La penicilina V (o fenoximetilpenicilina), por su parte, se caracteriza por ser la única clase de penicilina activa administrada por vía oral.