Están presentes en casas, departamentos, locales comerciales, cabañas, vehículos… Tienen distintos formatos, tamaños y ubicaciones, pero siempre permiten visualizar una parte externa y recibir luz. Como el título de este artículo lo adelanta, estamos haciendo alusión a las ventanas, tal como se conoce a las aberturas que los arquitectos planifican en toda obra para aportar luminosidad y garantizar la ventilación de un lugar.

Al prestar atención a estas estructuras, no tardamos en advertir la existencia de ventanas amplias; ventanas chicas; ventanas rectangulares, triangulares, cuadradas y circulares; ventanas basculantes (aquellas cuyas hojas pueden girar de manera vertical u horizontal); ventanas fijas (no es posible abrir, correr ni cerrar sus hojas); ventanas de guillotina (con sentido de apertura vertical); ventanas corredizas o correderas (con hojas que se pueden deslizar) y de ventanas abatibles (con aperturas exteriores, sentido de vaivén o apertura hacia adentro), por mencionar a las más comunes.

De expandir nuestros conocimientos podremos aprender o recordar, según cada caso, que el concepto de ventana también se aprovecha en el campo de la Informática (donde se hace referencia a las ventanas emergentes, las ventanas deslizantes y a las ventanas de diálogo), en Medicina (“ventana terapéutica”, “ventana vestibular”) y en Aeronáutica (donde se apela a descripciones como “ventana de reentrada”, “ventana de lanzamiento” y “ventana lunar”), además de ser tenido en cuenta para bautizar localidades y creaciones artísticas (como ocurre en Argentina con la Sierra de la Ventana, con el largometraje conocido en español como “La ventana secreta”, con el nombre de un disco de Los Jaivas presentado como “La Ventana”, etc).