Una palanca, dice la Real Academia Española (RAE), es una barra inflexible que sirve para transmitir fuerza y generar algún tipo de desplazamiento, pero el concepto también está admitido en otro contexto como una intercesión o influencia poderosa que se utiliza para lograr un determinado fin.
Las palancas también son palos que funcionan como palanquines para que dos personas trasladen un gran peso, un fortín construido con estacas y tierra, una plataforma desde la cual un nadador se arroja al agua y, en el lenguaje propio de Cuba y El Salvador, es alguien de estatura alta y un individuo influyente que le otorga su respaldo a otro.
Si se lo aborda desde el significado de máquina simple, se pueden distinguir palancas de primera clase (como el balancín, el alicate y las tenazas), palancas de segunda clase (como lo son el cascanueces, los remos y la carretilla por tener una potencia menor a la resistencia) y palancas de tercera clase (donde la fuerza aplicada es mayor que la que se logra, tal como ocurre en el cuerpo humano con la articulación temporomandibular).
Más allá de estas consideraciones, hay que tener en cuenta que no existe una única opción de palanca ya que en el mercado actual hay palancas de mando (también llamadas joystick y destinadas a equipos como ordenadores, aviones de caza y/o videoconsolas, por citar algunos), palancas para manejo de cuadros (un instrumento que se utiliza para la separación de panales) y palancas de cambios tanto para automóviles como para bicicletas.