Cuando adquiere relevancia la idea de utensilio, la reacción de la mayoría de la gente es pensar en los elementos que tenemos en nuestra cocina para preparar comidas y cortar los alimentos en la mesa. Los tenedores, los cuchillos, las espátulas y las cucharas son parte del conjunto conocido como utensilios de cocina, pero también hay otras clasificaciones que permiten conocer más detalles de estas herramientas de uso cotidiano.
Si uno observa la variedad de piezas y analiza su composición, advertirá que en este espacio de la casa (y en los locales del rubro gastronómico) hay utensilios de hierro, otros de madera y algunos fabricados con plástico. También se pueden establecer diferencias de acuerdo al uso: en este sentido, existen utensilios apropiados para preparaciones de pastelería, otros exclusivos para alimentos a la parrilla, piezas que forman parte del grupo de los utensilios para sushi, utensilios para facilitar la tarea del barman, etc.
Como una interpretación más amplia permite utilizar el concepto por fuera del ámbito gastronómico y lo presenta como un instrumento o herramienta para llevar a cabo distintas prácticas o tareas, también es posible apelar a otras categorizaciones.
Así, entonces, podemos señalar a las tijeras, los secadores y los peines como utensilios de peluquería; al espejo y a las pinzas como utensilios de odontología; a las palas, tijeras, mangueras, etc como utensilios de jardinería y a las bolsas de residuos patológicos, agujas, a las bandejas móviles de comida, a las jeringas y al algodón, entre otros materiales, como utensilios propios de centros hospitalarios, por mencionar algunos casos puntuales a modo de referencia.