La acumulación de útiles (elementos o herramientas que hacen posible un determinado propósito) da lugar al concepto de utilería. Esta palabra, según se deduce de la práctica, se aplica en numerosos ámbitos, por eso en esta oportunidad haremos foco en todas las interpretaciones que posee para ayudarlos a ampliar sus conocimientos generales.
Se habla de utilería, por ejemplo, en el mundo artístico ya que son muchos los productos de decoración y las piezas de vestuario que se emplean a la hora de poner en escena una obra teatral, al grabar un programa de televisión o al rodar una película. En este marco se reconocen a la utilería de mano o de personaje (objetos que los artistas manipulan para el desarrollo de la acción, como una taza si se muestra al protagonista bebiendo café o una caja si recibe un regalo); a la utilería enfática (piezas fundamentales para comprender la trama, como un teléfono cuando una llamada es la clave de la historia o una fotografía si allí se encuentra la explicación frente a una cierta reacción del personaje) y a la utilería de escena (artículos que forman parte de un decorado fijo, como una cama matrimonial, un espejo de pared, etc).
Si centramos la atención en el segmento informático, por otra parte, entran en juego las herramientas o programas que respaldan el procesamiento de una cierta acción. Se puede distinguir, de acuerdo a las características y funciones de cada utilidad, entre utilerías del sistema (de utilización interna), utilerías independientes (relacionadas a los procesos de arranque del sistema operativo, al inicio de dispositivos de entrada o salida, etc) y utilerías para archivos (asociados a tareas centradas en un archivo, como la acción de copiar y pegar, imprimir…).