Al buscar información sobre las definiciones y aplicaciones del concepto de protocolo logramos descubrir un abanico interesante de categorías que demuestran la diversidad de esta noción.
Cuando falla el desarrollo de un plan y surgen imprevistos, por ejemplo, se apela al protocolo secundario, tal como se conoce a la serie de procedimientos que se ponen en marcha en caso de emergencia.
Una fuerza de seguridad o un grupo de peritos, en tanto, tienen en sus respectivas áreas de trabajo un protocolo de actuación que les marca los pasos a seguir para conseguir, de la mejor manera, el objetivo planteado.
Para tratar un problema de salud, por otra parte, los médicos apelan a un protocolo terapéutico con información y medidas que tienen en cuenta las particularidades y cuestiones específicas de cada paciente.
Los protocolos de investigación de gran utilidad en las ciencias naturales y sociales, los protocolos de comunicación empleados en Telecomunicaciones e Informática (donde es posible identificar a protocolos que se basan en diferentes niveles de abstracción) y los protocolos de seguridad (también conocidos como criptográficos que, de acuerdo a su utilidad, pueden subdividirse en las categorías de protocolos de compromiso, protocolos de autentificación de mensaje, protocolos de establecimiento de claves, protocolos de autentificación de usuario, protocolos de transferencia inconsciente, etc) son otras posibilidades que dan cuenta de sus numerosas aplicaciones.
Tampoco se puede pasar por alto que, en Derecho Internacional, se alude al protocolo facultativo (conocido asimismo como complementario o adicional) que amplía el contenido de un tratado. Para cuestiones diplomáticas, los protocolos representan fórmulas para iniciar un documento con valor jurídico y reglas formales de comportamiento social.