Poner la lupa sobre las publicaciones que nuclean palabras (por lo general, ordenadas de manera alfabética) para explicar su significado es interesante a fin de ampliar nuestro vocabulario y utilizar cada término en el contexto adecuado, pero más enriquecedor es conocer cuántas clases de diccionarios existen y tener presente las características de cada uno.
El más común, de uso más frecuente, es el diccionario de la lengua (desarrollado en un idioma específico para ser comprendido por quienes dominan dicha lengua). También los diccionarios etimológicos son valiosos espacios de consulta ya que ofrecen datos de interés sobre el origen de cada vocablo.
Más allá de ellos, se puede trabajar con diccionarios de idiomas, diccionarios bilingües y diccionarios de gramática (ideales cuando se estudia una lengua extranjera y se desea conocer la traducción de una cierta palabra o reconocer estructuras gramaticales), o bien aprovechar los diccionarios de sinónimos y antónimos (para tener a disposición alternativas para evitar la repetición de vocablos al escribir o expresarse de modo oral).
Hay, asimismo, diccionarios de uso práctico (en los cuales se incluyen términos y definiciones de utilización social pero no reconocidos por el órgano oficial), diccionarios de rimas o inversos (destinados a la asistencia de quienes desean elaborar versos o poesías y necesiten opciones que rimen con determinadas palabras) y diccionarios de dudas (con frases y vocablos con acepciones desvirtuadas con el paso del tiempo).
Menos comunes pero igual de útiles son los diccionarios ideológicos, los diccionarios visuales, los diccionarios enciclopédicos, los diccionarios bibliográficos, los diccionarios geográficos y los diccionarios especializados, entre otros.