Cuando uno piensa en una igualdad puede llegar a hacer foco en una cuestión matemática basada en la equivalencia entre un par de expresiones o cantidades, en el principio que busca equiparar todos los derechos y obligaciones para que no existan las desigualdades dentro de la sociedad o en la proporción coincidente entre dos partes o elementos.
En la práctica, por señalar un caso que demuestra uno de los usos de este término, se suele describir como igualdad de ánimo al estado invariable de alguien que conserva su serenidad y conducta ya sea en momentos agradables o en circunstancias adversas.
La igualdad de género, por su parte, busca eliminar las diferencias de trato y establecer derechos, exigencias y beneficios idénticos para hombres y mujeres, mientras que la igualdad social persigue el mismo fin pero abarcando a la sociedad en su conjunto para erradicar en la población las desigualdades por clase social y nivel económico. Para lograr estos objetivos se intenta garantizar para todos los seres humanos la igualdad ante la ley, la igualdad de derechos, la igualdad de oportunidades y la igualdad salarial, entre otras cuestiones pensadas para minimizar las injusticias y contrastes por el trato a una persona u otra.
Si nos centramos en el campo matemático, en cambio, reconoceremos igualdades matemáticas al analizar dos objetos que tienen un valor idéntico. Las igualdades algebraicas, las igualdades notables y la igualdad de las identidades trigonométricas son alternativas que se pueden tener en cuenta al trabajar con números y expresiones propias del ámbito matemático.