En muchas ocasiones nos sorprendemos al ver luces extrañas en el cielo que, según advertimos más tarde al informarnos al respecto, están relacionadas al paso y posterior caída de un meteorito sobre algún lugar de nuestro planeta.
De acuerdo a la teoría, los meteoritos son fragmentos de cuerpos celestes que, al no desintegrarse en la atmósfera, impactan en la Tierra o caen sobre diferentes astros. Según su conformación, es posible encuadrarlos en distintas categorías.
Se alude a los meteoritos pedregosos-metálicos o mixtos, por ejemplo, cuando hay en ellos una proporción idéntica de níquel, rocas silicatadas y metales de hierro. Un meteorito metálico (también conocido como ferroso o férrico, tal como fue catalogado el meteorito Cañón del Diablo que cayó hace mucho tiempo en territorio estadounidense y causó el desarrollo del cráter Barringer), en tanto, tiene en su estructura hierro y níquel, y se clasifican de dos maneras: por una clasificación química y por una clasificación estructural.
Hay también meteoritos rocosos antiguos de características parecidas a las de las rocas ígneas terrestres que se definen como acondritas (las cuales, a su vez, se subdividen en tres conjuntos). Las condritas, por su parte, tienen la particularidad de ser meteoritos no metálicos con cóndrulos que han experimentado transformaciones que les permitieron diferenciarse de los asteroides de los cuales provienen. En este caso, de acuerdo a los expertos en el tema, son los más comunes de hallar en nuestro planeta y en base a piezas ya evaluadas se pueden individualizar condritas de enstatita, condritas carbonáceas y condritas ordinarias, entre otras.