A la hora de relacionar conocimientos entre sí y enlazar ideas para hacer más sencillo y claro el aprendizaje o lograr sintetizar contenidos para asimilar mejor la información, el desarrollo de un mapa conceptual es de gran ayuda.
Esta técnica basada en representar datos de manera gráfica para vincularlos con otros armando redes puede llevarse a cabo bajo diversas estructuras, algunas de las cuales vamos a describir a continuación para que cada uno pueda adoptar el modelo que mejor se adapte a sus intereses.
El mapa conceptual jerárquico, por indicar una de las alternativas más comunes, invita a organizar la información de acuerdo a su importancia o jerarquía. De este modo, las nociones más relevantes estarán en la parte superior, dejando para los niveles más bajos las referencias de menor valor.
El mapa conceptual tipo araña, en tanto, tiene la particularidad de ubicar la idea principal en el centro del esquema, rodéandola con subtemas. El mapa conceptual panorámico, por su parte, plasma descripciones globales o generales para dar una especie de pantallazo del tema abordado.
De buscar más alternativas que amplíen las posibilidades al momento de querer elaborar estos gráficos, ganan relevancia los mapas conceptuales en formato de organigrama (de estructura lineal y con una dirección de lectura específica), los mapas conceptuales tipo sistémicos (con entradas y salidas de enlaces para enriquecer al resto de la información) y hasta los originales mapas conceptuales de paisaje (en los cuales se organizan los datos de forma tal que imiten la apariencia de un espacio, ya sea ficticio o real).