Al centrar nuestra atención en la idea de personaje, es frecuente que pensemos en los protagonistas de libros, obras de teatro o películas. Es que, según la teoría, personajes son los seres (de origen humano, ficticio, sobrenatural o de cualquier tipo) que participan en un trabajo artístico.

De todas maneras, para enriquecer nuestro vocabulario deberíamos tener siempre presente que la Real Academia Española (RAE) también acepta definir como personaje a todos los individuos que han logrado sobresalir y ganaron relevancia en la vida pública.

Cada personaje, dicen los estudiosos de las criaturas que cobran vida por medio de un cuento, una historieta o un filme, puede ser encuadrado en una categoría específica en función de en qué ámbito surjan y las particularidades que posean.

Hay, por ejemplo, personajes circulares (de composición compleja, detalles realistas y espíritu creíble) y otros que se clasifican como lineales (menos verosímiles que los anteriores y de composición simple), así como también existen los personajes tipo o estereotipados (con rasgos morales, psicológicos y corporales preestablecidos, por lo que resultan fáciles de reconocer para los espectadores o lectores) y los personajes fantasma (tal como se define a un recurso narrativo muy empleado en la televisión).

Claro que el listado no termina en el párrafo anterior porque existen muchas otras clases de personajes, entre los cuales no podemos dejar de citar al personaje jugador y al personaje no jugador, al personaje secreto, a los personajes mitológicos, a los personajes góticos, a los personajes licántropos ni a los personajes secundarios, por citar algunos más.