Se lo llama de diferentes maneras de acuerdo a la región del mundo en la cual se lo mencione. Algunos le dicen durazno y otros, melocotón. Lo importante es que, denominaciones aparte, se trata de una fruta de tonalidad amarillenta, piel aterciopelada y textura carnosa en su interior que se obtiene de un árbol.
A este producto alimenticio se lo puede disfrutar bajo múltiples presentaciones y preparaciones. Hay jugos frutales y licuados a base de durazno, así como también mermeladas, dulces caseros, ensaladas (combinadas con otras frutas como manzana, banana, pera, naranja, etc) y pasteles o tortas que tienen como ingrediente principal a esta rica y jugosa fruta que aporta al organismo vitaminas y minerales. Resulta interesante mencionar además que un tratamiento de carácter natural a la hora de cultivarlos (sin fertilizantes químicos), permite obtener duraznos orgánicos.
De no querer duraznos al natural (a los cuales hay que pelar y cortar con cuidado para extraer la semilla/carozo que contiene en su interior), es posible consumir duraznos en almíbar (un postre que puede complementarse con una cucharada de crema chantilly).
Quienes se arriesgan a experimentar en la cocina combinando sabores y texturas, también pueden preparar duraznos rellenos en el horno (con nueces, avena, merengue, etc) o duraznos asados y saborizados con especias y algunas gotas de jerez. Los duraznos salteados, los duraznos deshidratados, los duraznos fritos, los duraznos glaseados y los duraznos caramelizados son otras de las numerosas alternativas que se pueden tener en cuenta al momento de elegir el modo de consumir un durazno.