Los meses más calurosos del año son ideales para dejarse cautivar por un helado aunque, a juzgar por la realidad, para quienes se consideran fanáticos de los postres bien fríos que se conservan en el freezer cualquier época puede transformarse en una buena oportunidad para deleitarse con un cucurucho o para compartir con amigos o familiares más de un kilogramo de cremas heladas.

A la hora de disfrutar estos productos hay una amplia variedad de alternativas a disposición nuestra. Los grupos más fáciles de distinguir son el de los helados de agua (no incluyen lácteos entre sus ingredientes) y el de los helados de crema (poseen diferentes porcentajes de materia grasa).

Por otra parte, es posible diferenciar entre el helado industrial (suelen ser más económicos respecto a los demás porque se producen de manera masiva), el helado artesanal (su elaboración exige más cuidados, productos frescos, se dejan de lado los conservantes y se producen a pequeña escala), el helado casero (generado en el propio hogar, con ingredientes a elección de quien lo elabora) y el helado soft (fabricado en base a una mezcla que se dosifica en una máquina de pequeñas dimensiones que suele funcionar en locales de comida rápida, puestos ambulantes, etc).

Respecto a los sabores, hay que tener en cuenta la existencia de helados de gustos clásicos (los más pedidos a nivel general, como sucede con el chocolate, el dulce de leche, la vainilla y la frutilla) y de helados exóticos (hay quienes aseguran haber probado el helado con gusto a cebolla caramelizada, otro que reproduce el sabor del vino tinto y hasta uno con gusto a pulpo, por enumerar algunas posibilidades).