A lo largo de nuestra vida, los documentos adquieren un gran protagonismo porque debemos firmarlos o gestionarlos por numerosas causas, para reclamar determinados asuntos, ejercer derechos, etc. Como se trata de un vocablo de amplio alcance sujeto a múltiples clasificaciones, en los párrafos siguientes enumeraremos varios de ellos con sus correspondientes descripciones.

Tal vez por ser la credencial que certifica quienes somos, el más común y de uso diario sea el Documento Nacional de Identidad. Quienes se especializan en Derecho, sin embargo, reconocen muchas otras alternativas, como el documento legal (rubricado y avalado por una persona habilitada para desarrollar actos judiciales o legales), el documento privado (aquel que ha sido autorizado por las partes interesadas y no por una autoridad competente), el documento auténtico (aquel que se encuentra legalizado o autorizado) y el documento público (aquel donde se plasman los acontecimientos y que un funcionario competente ha autorizado).

Los investigadores e historiadores, por su parte, trabajan sobre materiales de archivo de gran valor como lo son los documentos históricos, mientras que los usuarios de equipos informáticos describen como documentos a los archivos que generan y conservan con texto, imágenes, etc.

En otros ámbitos más específicos, además, se suele hacer alusión a los documentos clasificados o desclasificados (información que puede restringirse o liberarse de acuerdo a las voluntades de cada gobierno nacional), a los documentos mercantiles o comerciales (que pueden catalogarse, en función de las particularidades que posean, como negociables o no negociables) y a los documentos numéricos y visuales que constituyen fuentes de información geográfica, entre muchos otros.