Hoy en día es habitual escuchar temas musicales que se definen como reggaetón y encontrar gente que siente devoción por los artistas que cultivan este género pero no todos están al tanto de las variantes que tiene este estilo que se masificó en América Latina entre los años ’70 y ’80.

Este género, según dicen quienes conocen del tema, combina rasgos del hip-hop con bases del reggae nacido en Jamaica y, en ocasiones, admite detalles propios del rap. Las letras musicalizadas en este ámbito suelen tener rima y ser pegadizas, razón por la cual son fáciles de recordar. En la mayoría de los casos, las canciones abordan temáticas de alcance social en carácter de denuncia.

El reggae en español, a lo largo de los años, ha sufrido modificaciones que también influyeron en el reggaetón, por eso en la actualidad es posible distinguir modalidades como el denominado Reggae 110 (variante de espíritu alegre que invita a disfrutar melodías con un tempo de 110 pulsaciones por minuto), el Reggae Bultron (derivado del reggae dancehall) y el Reggae Soca (fusión de soca y danzas de salón) que han condicionado el desarrollo del ya citado reggaetón.

En este contexto, por ejemplo, se puede mencionar al reggaetón alternativo, un subgénero que nació a fines de la década de 1990 y que se hizo conocido en el mundo a partir del trabajo de grupos como Calle 13, un conjunto oriundo de Puerto Rico liderado por el productor, compositor y cantante René Pérez Joglar que ya ha editado discos como “Residente o Visitante” y “Entren los que quieran”.

Los expertos en Biología describen como aerobios a todos los organismos que, para permanecer con vida, requieren oxígeno. Estos seres, según la teoría, desarrollan un mecanismo de respiración basado en la extracción de energía a partir de moléculas orgánicas. En este procedimiento, los involucrados oxidan carbono y usan como oxidante al oxígeno presente en el aire.

Este complejo sistema consta de diversas etapas. Primero se produce la glucólisis, luego ocurre la descarboxilación oxidativa del ácido pirúvico en la mitocondria, poco después tiene lugar el ciclo de Krebs y, para terminar, se lleva a cabo la fosforilación oxidativa, una fase que involucra a las bacterias aeróbicas y a las mitocondrias de las células eucarióticas.

Si bien hay que especializarse en el tema para comprender todos los conceptos y entender cómo se logra la respiración y qué abarca este proceso vital, se pueden reconocer a simple vista dos modalidades de respiración aerobia, las cuales pasaremos a detallar a continuación.

Una de ellas, propia de seres multicelulares y de casi la totalidad de los organismos vertebrados, es la respiración externa. Esta forma de respirar supone el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono que, de manera constante, lleva a cabo un organismo con el medio que lo rodea. En este contexto, intervienen, de acuerdo a cada caso, las branquias y los pulmones.

La otra modalidad de respiración aerobia es la interna, una posibilidad que contempla el desarrollo gradual de una reacción de tipo químico donde intervienen el oxígeno y las diminutas moléculas orgánicas que se obtienen del alimento consumido.

En 1835, un físico de origen norteamericano llamado Joseph Henry inventó unos dispositivos capaces de servir como interruptores que, en idioma español, se dieron a conocer con el nombre de relés.

Estas piezas que también pueden definirse como relevadores son de gran utilidad en el desarrollo de múltiples sistemas y maquinarias, por eso resulta interesante conocer sus características y saber que, desde su creación, han estado sujetas a múltiples variaciones.

De hacer foco en la oferta de relés y analizar las particularidades de cada variante ofrecida a escala internacional, uno no tarda en advertir que los relevadores se distinguen unos de otros por cómo es la corriente que lo acciona, qué nivel de intensidad soporta, cuántos números de contactos tiene y en qué lapsos de tiempo se activan y desactivan, por citar algunos detalles que marcan la diferencia.

Dentro de la categoría que nuclea a los relés electromecánicos, por ejemplo, se pueden encontrar relés de núcleo móvil, relés tipo armadura, relés de lengüeta y relés biestables o polarizados.

Asimismo, es posible hacer uso de relés de estado sólido, los cuales se hacen presentes en los circuitos híbridos conformados en base a un circuito de disparo, un optoacoplador y un triac.

Como variantes a tener en cuenta si, por alguna razón, los relevadores mencionados líneas arriba no pueden ser aprovechados o no se adaptan al uso que se necesita, aparecen los relés de corriente alterna y los relés de láminas, los cuales se componen de un electroimán activado con una corriente alterna y ofrecen la posibilidad de diferenciar frecuencias.

En la actualidad, el ser humano dispone de una gran cantidad de recursos para cultivar su intelecto, demostrar sus capacidades mentales, desarrollar sus habilidades y hacer, de alguna manera, su vida más simple y entretenida.

Entre todas las herramientas a su alcance aparecen los denominados recursos tecnológicos, los cuales, como su nombre lo indica, surgen como consecuencia del uso práctico de una cierta tecnología.

Como es amplia la variedad de recursos tecnológicos, a fin de hacer más sencillo su reconocimiento y clasificación los expertos suelen agrupar cada elemento según se puedan apreciar de manera precisa o bien desde un plano indeterminado donde aparecen utilidades que se aprovechan pero no se pueden tocar o contabilizar de manera concreta.

Así, entonces, es usual que se haga hincapié en los recursos tecnológicos tangibles (conjunto que nuclea a elementos como impresoras, videocámaras, reproductores de DVD, computadoras, pantallas táctiles y cámaras web por citar algunos) y en los intangibles (donde figuran las aplicaciones virtuales, el software, servicio de alojamiento de páginas web, etc.).

Para ofrecer mayores precisiones, se los suele presentar además de acuerdo a la función que posean o al ámbito para el cual hayan sido desarrollados. Por eso, por ejemplo, es frecuente hacer mención a los recursos tecnológicos educativos, a los recursos tecnológicos empresariales, a los recursos tecnológicos financieros, a los recursos tecnológicos aplicados al plano deportivo, a los recursos tecnológicos aplicados a procesos de investigación y a los recursos tecnológicos didácticos, entre muchos otros que sirven para ejemplificar los alcances de los recursos de origen tecnológico.

La gran mayoría de nosotros conoce en qué consiste una encuesta y sabe, ya sea por haber respondido o por haber desarrollado alguna, que esta clase de herramientas puede organizarse en base a distintos tipos de preguntas. De todos modos, no está de más hacer foco en las características de los cuestionarios y aprender, por ejemplo, las variantes que pueden diferenciar a un sondeo de otro.

En esta oportunidad, tal como adelanta el título de este artículo, la idea es indicar qué clases de respuestas se pueden obtener en base a diversas formas de preguntar.

Al respecto, hay que decir que pueden identificarse a simple vista dos grandes posibilidades: la de recopilar respuestas directas y la de trabajar en función de respuestas indirectas.

Las respuestas directas, por lo general, no las registra un encuestador sino que son brindadas sin intermediarios por los participantes. Así ocurre, por ejemplo, cuando se responden encuestas por correo postal o se completan, en un restaurante, los formularios que intentan recabar información sobre qué opinión tiene el comensal sobre el lugar, el menú, la atención, etc.

Las respuestas indirectas, en cambio, surgen de las interrogaciones de un encuestador, quien puede contactar vía telefónica a los encuestados o hacerles la consulta en la vía pública.

Asimismo, de acuerdo a qué estructura tengan las preguntas y la libertad que ofrezcan para responder, se podrán reconocer respuestas prefijadas (las cuales suelen aparecer en los casos donde se enumeran distintas posibilidades de respuesta para que el consultado elija aquella que le resulte más apropiada), respuestas limitadas (derivadas de las preguntas cerradas) y respuestas a preguntas abiertas, entre otras.

La condición de rentable (tal como se califica a una cosa que da ganancias) y la capacidad de rentar (es decir, de generar una utilidad o un beneficio a partir de algo) se define como rentabilidad.

Como se trata de un concepto general, a la hora de aplicarlo se hace necesario indicar el área o marco donde se registra ese logro adicional a partir de una cierta inversión. Por esa razón, a continuación profundizaremos en la noción y mencionaremos las diversas clases de rentabilidad existentes.

Se puede, por ejemplo, evaluar la rentabilidad social de una actividad midiendo el caudal de ventajas por sobre las pérdidas que un servicio o producto posee para la comunidad, a diferencia de la rentabilidad económica, una idea que hace foco en la conveniencia de una actividad o prestación para quien la desarrolla, impulsa o genera. Estos dos conceptos, desde la perspectiva neoniberal, están estrechamente vinculados ya que en un sistema de libre empresa no puede haber rentabilidad económica si no se consigue primero un nivel de rentabilidad social.

La rentabilidad financiera, por su parte, se determina al dividir el beneficio del año tras descontar eventuales intereses por deudas e impuestos por el valor del capital acumulado, y multiplicar el resultado por cien. Para calcular el nivel de rentabilidad financiera previo al pago de impuestos, se debe sumar la cuota correspondiente a lo abonado por dicho concepto. Según los expertos, estos resultados suelen expresarse con porcentajes y sirven para evidenciar cómo una firma invierte los fondos que tiene para obtener nuevos ingresos.

La idea de responsabilidad, entre otras cuestiones, hace referencia al compromiso por el cual, ante un accidente, delito o cualquier acción que tenga derivaciones legales, toda persona debe hacerse cargo de una reparación en caso de ser hallada culpable.

Cuando un individuo daña a otro de alguna manera, por ejemplo, adquiere relevancia la responsabilidad civil, una obligación que implica indemnizar o compensar de diversas formas a quien haya sido perjudicado.

Cabe resaltar que la responsabilidad civil puede, en función de las características que presente, clasificarse como contractual o bien como extracontractual. En el caso de la primera de las modalidades mencionadas, se la puede subdividir a su vez en obligaciones de medios y en obligaciones de resultados, tal como ocurre en primer lugar frente a casos donde los involucrados no tienen obligación de garantizar un resultado pero sí de actuar con prudencia, honestidad y profesionalismo, y cuando un contrato o reglamentación no es respetado.

La responsabilidad civil de carácter extracontractual, por su parte, abarca a los inconvenientes que surgen cuando se daña o se comete un perjuicio por fuera de un vínculo contractual anterior. En estos casos, además, se suele especificar si el problema es penal (o delictual) o bien si reúne las características necesarias para encuadrarse dentro de la categoría de ‘no dolosa’ (tal como se identifican a los perjuicios ocasionados por una falta de raíz involuntaria).

Cabe resaltar que en situaciones en las cuales se combinan incumplimientos del plano contractual y otros de origen extracontractual (como puede ocurrir, por ejemplo, cuando un artista no cumple con un contrato y genera una serie de consecuencias negativas que afectan a quien estableció un acuerdo con él), se habla de cúmulo de responsabilidades.

La idea de república (término que deriva del vocablo en latín respublĭca) hace referencia a una clase de organización nacional en la cual la autoridad suprema de un Estado es elegida por el pueblo o bien por un Parlamento para representarlos durante un tiempo determinado.

De buscar más precisiones al respecto, se advertirá también que esta palabra identifica a los países donde rigen sistemas no monárquicos y que, asimismo, posee trascendencia más allá de las cuestiones políticas debido a su amplio campo de aplicación.

Así, entonces, no sólo es válido hablar de repúblicas constitucionales, repúblicas islámicas, repúblicas parlamentarias y repúblicas presidencialistas sino que, además, se pueden mencionar otros conceptos vinculados, por ejemplo, a la literatura, los espacios públicos y al transporte inspirados en esta misma noción.

En la República Argentina, por ejemplo, funciona la República de los Niños, tal el nombre de un interesante parque temático localizado en La Plata donde se pueden visitar las diversas instituciones de gobierno (casa presidencial, palacio de justicia, congreso, etc.) a escala.

Por otra parte, a nivel más general se suele aludir a la república literaria o de las letras (expresión que define al conjunto de individuos que se dedica a la literatura); a la obra de Platón titulada como “La República”; a la República de Weimar (régimen que imperó en suelo alemán al concluir la Primera Guerra Mundial); a la República Galáctica (tal como se conoce a una estructura política del universo de Star Wars); a la Plaza de la República de países como Brasil, Francia, México, Serbia, Italia y Argentina; y a los periódicos bautizados como “La República” que se editan en diferentes naciones (con el mismo nombre, hay publicaciones en Colombia, Uruguay, Perú, España, Italia, Costa Rica y Argentina).

Dentro de un circuito eléctrico es posible reconocer, entre otros componentes, a los resistores, tal el nombre que reciben las piezas de carácter electrónico que posibilitan una resistencia que involucra a dos puntos de la estructura. Sirven, según los expertos que los diseñan y utilizan, para poner un límite al nivel de la corriente o bien para establecer un grado particular de tensión.

Cuando los resistores poseen un valor de resistencia versátil, se los denomina potenciómetros, mientras que si son parte de un circuito de tecnología de montaje superficial se los puede identificar como resistores de tolerancia estándar.

El resistor dependiente de la luz (también conocido con el nombre de fotorresistor), en cambio, se caracteriza por ofrecer una resistencia baja frente a un estímulo lumínico elevado y por incrementar la resistencia en casos de oscuridad.

De profundizar en los tipos de resistores existentes, de todas maneras, se puede aprender a reconocer diferencias entre cada uno de estos componentes, que en líneas generales se pueden segmentar en dos grandes conjuntos: el de los resistores fijos (que se dividen a su vez en resistores de carbón como los aglomerados y los de capa de carbón y en resistores metálicos como lo son los resistores de película metálica, los resistores bobinados y los resistores de capa metálica) y el de los resistores variables (categoría que incluye a alternativas como las de los resistores de capa tipo cermet, los resistores bobinados de precisión y los resistores de pequeña disipación, por citar algunos).

Asimismo, resulta interesante mencionar que la expresión inglesa Resistor Transistor Logic (RTL) identifica a una familia lógica de tipo bipolar donde se contemplan dos clases de portadores: los huecos y los electrones.

En los centros médicos se genera a diario un gran caudal de desperdicios debido al continuo accionar de los profesionales de la salud, a la clase de prácticas que se realizan en dichos entornos y a la presencia de numerosas personas (pacientes y allegados a los enfermos, personal administrativo, etc.) que, al pasar varias horas al día allí, llegan a generar desechos a partir de actividades como comer, fumar o hacer sus necesidades fisiológicas.

Lo que diferencia a los hospitales de otros lugares es el tipo de basura que se genera, identificada con el nombre de residuos hospitalarios y sujeta a ciertas medidas de manipulación y tratamiento para gestionarlos de manera adecuada y evitar así contaminación, problemas medioambientales, imprevistos que pongan en riesgo a la población y/o focos de infección.

En primer lugar, los residuos hospitalarios se clasifican según sus eventuales efectos en residuos no peligrosos (conjunto que abarca las categorías de biodegradables, inertes, reciclables y ordinarios de acuerdo al origen que posean y a sus posibilidades de reutilización, como puede suceder con artículos de plástico, sobrantes de comida, papeles del sector administrativo, frascos de vidrio y radiografías) y en residuos peligrosos (aquellos que pueden tener carácter radiactivo, infeccioso, tóxico, combustible, etc., como ocurre con los residuos de riesgo biológico, los biomédicos, los cortopunzantes, los residuos químicos y los medicamentos vencidos).

Asimismo, dentro de estas clasificaciones y subdivisiones se pueden reconocer a los residuos sólidos (como gasas utilizadas, jeringas, restos de alimentos, recipientes) y a los residuos líquidos (sangre, orina, secreciones varias).