Muchas son las interpretaciones y aplicaciones que posee, en nuestro idioma, el concepto de sesión. Esta palabra, que deriva del vocablo en latín sessĭo de acuerdo a la información suministrada por la Real Academia Española (RAE), se puede definir como el periodo temporal destinado al desarrollo de una actividad específica; aprovechar para describir a cada uno de los encuentros contemplados en el marco de un congreso, concilio o convención y se puede utilizar también para identificar a cada cita o función a la cual alguien asiste por obligación o voluntad propia.

Cuando un plan, tema o actividad se repite de modo rutinario, por mencionar una posibilidad concreta, se habla de sesión continua, mientras que las jornadas de trabajo artístico que tienen por lo general como protagonistas a modelos, actores o personalidades que posan ante una cámara para realizar una campaña o salir en una publicación impresa se conocen como sesiones fotográficas.

Si uno recopila más información sobre el campo de aplicación de esta noción, no tardará en conocer o recordar (en el caso de haber aprendido antes las particularidades de cada categoría) la existencia de sesiones propias de una Cámara de Diputados (contexto en el cual se llevan a cabo tanto sesiones ordinarias como sesiones extraordinarias); de sesiones de masajes (cuya duración y técnica varía según las preferencias o necesidades de cada individuo) y de sesiones de quimioterapia (a las que deben someterse los pacientes oncológicos), por incluir otras alternativas a modo de referencia.

Un detalle: al analizar las diversas clases de sesiones que pueden reconocerse no debe confundirse este término con cesión, palabra que se pronuncia igual a la otra pero se escribe con ‘C’ y se interpreta como el acto de ceder algo.

Se define como símbolo (palabra con origen en el vocablo latino simbŏlum, que a su vez deriva de un término griego) al signo, figura o alegoría que permite representar una idea, una realidad o un pensamiento.

Si uno se pone a recabar información sobre esta herramienta no tardará en reconocer la existencia de símbolos lingüísticos (clases de abreviaturas que ofrecen la posibilidad de mencionar, por ejemplo, un concepto técnico o de índole científica), símbolos algébricos (pensados para representar una cifra variable), símbolos religiosos (útiles para manifestar o expresar creencias en materia de fe), símbolos nacionales (como lo son la bandera y el himno de cada país, entre otros elementos) y símbolos astronómicos (signos que aluden a planetas, asteroides, etc).

Claro que, de profundizar al respecto, es posible obtener más precisiones en relación a los símbolos, un recurso o herramienta presente en los campos de la Lingüística, la Numismática, la Astronomía y la Religión, por mencionar algunas áreas donde aparecen con frecuencia.

Los símbolos de la Paz (como lo son, por ejemplo, las palomas y las banderas de color blanco y los círculos segmentados en cuatro partes de modo particular), los símbolos químicos (como H2O, Ag, Au, Cu), los símbolos de las monedas ($, €), los símbolos sexuales (expresión derivada de la expresión inglesa sex symbol que califica así a hombres y mujeres famosos que atraen físicamente a un gran número de personas), los símbolos musicales (como la clave de sol, las llaves, etc) y los símbolos nazis (siendo la esvástica su representación más popular) son otras demostraciones de qué es un símbolo y cómo puede ser aprovechado en cada contexto.

Cuando pensamos en tomar asiento inmediatamente viene a nuestra mente la imagen de una silla o sillón. Ahora bien: estos productos no son todos iguales ni ofrecen las mismas características de diseño, razón por la cual es fundamental ampliar nuestros conocimientos y saber que una silla no siempre será tal como nosotros la imaginamos.

Para empezar, resulta interesante tener en cuenta que esta palabra originada en el vocablo latino sella no tiene un único significado. Las sillas más comunes poseen dos pares de patas y un respaldo, pero también hay sillas especialmente fabricadas para montar a caballo. Asimismo, el concepto puede hacer referencia a una sede, a la dignidad de una autoridad eclesiástica como el caso del Papa, a una localidad o región geográfica (como el caso del Cerro de la Silla, situado en México) y a una expresión matemática (“Punto de silla”), por citar otras interpretaciones que extienden el alcance de la noción.

Si investigamos un poco las clases de sillas que surgieron a lo largo de la Historia, podremos conocer o recordar, según el caso, las particularidades de las sillas bastardas (empleada en otras épocas para cabalgar), de la silla curul (pieza que solía fabricarse en marfil para que pudieran permanecer en ella los ediles romanos), de las sillas de caderas (opción que permite recostarse en ella) y de la silla de la reina (asiento logrado a partir de la unión de, al menos, dos pares de manos), entre otras.

De no indagar demasiado en las modalidades existentes en materia de sillas, sólo tendremos como referencias categorías generales que invitan a distinguir unas de otras a partir de expresiones como silla de ruedas, silla plegable, silla eléctrica, silla de coche, silla con asiento regulable, silla de plástico y silla de madera.

Cuando, en idioma español, queremos hacer referencia a una conmoción o describir una situación de impacto o sobresalto, usualmente aprovechamos el concepto de shock. Esta palabra, de origen inglés, se traduce como choque y tiene diversas aplicaciones prácticas en nuestra lengua.

En Medicina, por ejemplo, es frecuente apelar a expresiones como shock circulatorio, shock hemorrágico o shock séptico para hacer alusión a cuadros que exigen atención profesional inmediata y que, por lo tanto, representan emergencias. También suele adquirir relevancia en este marco la noción de “shock room”, tal como se define a la sala de reanimación de un centro médico u hospital. Asimismo, puede ocurrir que los médicos diagnostiquen el síndrome del shock tóxico si, tras analizar síntomas y realizar estudios, se advierte en el paciente una infección provocada por una toxina de procedencia bacteriana.

En la vida cotidiana, como sabrán muchos de ustedes, se suele hablar de “estado de shock” al indicar cómo está alguien que ha protagonizado o se ha visto involucrado en una situación límite, una tragedia o un momento de mucho estrés. Por ejemplo: “Encontraron en estado de shock al único sobreviviente de la masacre”, “Uno de los jóvenes que iba en el coche que cayó del puente estaba en estado de shock”.

Por su parte, los estilistas han puesto de moda la idea de “shock de queratina” para identificar a un tratamiento para el cabello que busca reacondicionar, hidratar y proteger de manera prolongada e intensa toda la cabellera, sin importar si la persona tiene pelo corto o largo; con rulos o lacio; opaco o seco; o expuesto a la tintura.

Interesante y diverso es el significado de signo, un concepto que deriva del vocablo en latín signum. En la vida cotidiana podemos encontrar múltiples ejemplos prácticos que contribuyen a recordar los diferentes significados del término, pero antes de hacer foco en esos usos, repasemos qué es un signo.

Dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) en primer lugar que un signo es un elemento, una referencia, un símbolo, un código o una figura que permite reemplazar o representar una idea, una noción o un recurso (La ‘S’ atravesada a la mitad por una recta, por ejemplo, es un signo vinculado al dinero que representa a los pesos, es decir, a un tipo de moneda). Asimismo, puede ser interpretado como un indicio acerca del estado, la reacción o los pensamientos de alguien (“El hecho de saludar al ingresar a un lugar es signo de buena educación”).

Son signos, por otra parte, las cifras y caracteres propios de la escritura y del ámbito de las imprentas, así como las divisiones que reconoce la Astrología en materia de Zodíaco.

En base a la teoría y teniendo en cuenta las aplicaciones prácticas, no es difícil recordar y saber distinguir entre sí distintas clases de signos, como ocurre con los signos de interrogación (los cuales dan idea de pregunta en una oración), los signos de exclamación (para acentuar algo que se desea expresar con admiración) y los signos matemáticos (como el más para las sumas o adiciones y el menos para las sustracciones o restas), por mencionar algunos a modo de referencia.

De profundizar al respecto, podremos establecer las categorías de signos del Zodíaco, de signos de puntuación, de signos clínicos, de signos musicales y de signos vitales, entre otras.

Una sierra, de acuerdo al contexto en el cual se mencione el término, puede ser una herramienta destinada al corte de maderas u otros materiales de gran dureza, el nombre de un pez o una montaña de poca altura, por citar las posibilidades más comunes.

Si abordamos el concepto desde la perspectiva de los instrumentos de trabajo, se puede hablar de sierras de mano, de sierras abrazaderas, de sierras de punta, de sierras de banda (o motosierras), de sierras circulares, de sierras angulares, de sierras convexas y de sierras de trasdós (tipo serrucho), aunque el listado de opciones es más amplio y ofrece alternativas con diferentes formatos y clases de cuchillas. En líneas generales, es posible encuadrar a esta herramienta, en función de sus características, en las categorías de sierras neumáticas, sierras eléctricas y sierras hidráulicas.

En cambio, al hacer alusión a los animales adquieren relevancia las variedades de pez sierra (o barracuda, un especimen alargado y delgado que reside en mares del Hemisferio Sur), la de la sierra golfina (pez también conocido como guaju o peto que habita las aguas del Pacífico, del Atlántico y el Índico) y la de los tiburones sierra.

A nivel geográfico, por otra parte, es posible distinguir muchas sierras a nivel mundial, tal como ocurre con la Sierra de la Ventana (en la provincia argentina de Buenos Aires), la Sierra Fría (situada en el estado mexicano de Aguascalientes), las Sierras de Córdoba (en la provincia argentina de Córdoba) y la Sierra de Guadarrama (en España), por mencionar algunas.

Interesante fijar nuestra atención en palabras de uso común como “sirena” e indagar en sus múltiples significados y alcances. En este caso, se trata de un vocablo de gran antigüedad con raíces griegas y latinas con tres acepciones reconocidas por la Real Academia Española (RAE).

En primer lugar, se acepta el término como denominación común para las ninfas marinas con figura femenina y extremidades inferiores similares a las de un pez. Estas criaturas fabulosas aparecen en la mitología griega pero también en la mitología de Medio Oriente, de China y de la Península Ibérica. En la mitología de Chiloé, por ejemplo, se menciona a la Sirena Chilota, mientras que los mitos griegos contemplan, entre otras sirenas, a Parténope, a quien se le atribuye la fundación de la ciudad italiana de Nápoles. En Cantabria, en cambio, se recuerda a la bella y joven Sirenuca.

Lejos de esta interpretación y del recuerdo de Ariel (nombre del personaje que protagoniza la película “La Sirenita”, de Walt Disney), los expertos en Física indican que una sirena es un instrumento que permite contar cuántas veces vibra un cuerpo sonoro en un cierto periodo de tiempo.

La tercera opción a la hora de definir la noción presenta a la sirena como el sonido fuerte que, a modo de alarma, puede instalarse y funcionar en determinados medios de transporte y establecimientos. A nivel general, se puede hablar de la sirena de los bomberos, la sirena de las ambulancias y la sirena de los móviles policiales, por mencionar algunas a modo de referencia.

A la hora de elaborar un texto, por criterios relacionados a la organización y presentación de un escrito que influyen también en el ámbito de la imprenta, se acostumbra hacer uso de la sangría.

Tal como ya recordamos en un antiguo artículo de Tipos.com.mx, se conoce como sangría a los espacios que se pueden dejar al momento de iniciar un párrafo o línea de escritura.

A fin de satisfacer las necesidades de cada usuario en materia de estructura textual, Microsoft Word (programa que la mayoría de los usuarios nombra, simplemente, como Word más allá de las múltiples versiones que cada uno pueda tener o ejecutar en sus computadoras) pone a disposición varias opciones relacionadas a la aplicación de la sangría.

Se puede, por ejemplo, usar sangría del lado izquierdo o del lado derecho; aplicarla en mayor o menor cantidad para separar o acercar párrafos entre sí; introducir una sangría francesa (la cual genera espacios de medida graduable a partir de la segunda línea del párrafo) o llevar todo el párrafo hacia los márgenes del lado izquierdo gracias a la anulación de sangría (conocida también como sangría negativa).

Como se advierte al conocer el significado de esta noción y al analizar cada alternativa ofrecida por programas como el Word, según la cantidad de sangría aplicada y de cómo y dónde se aplique este recurso, se podrá darle a cada texto un diseño que lo diferente frente a otros, ya sea por motivos formales o por el deseo de sorprender con ciertas presentaciones.

En Tipos.com.mx ya describimos el concepto de selección y brindamos detalles acerca de la selección natural: ahora, en cambio, es momento de centrar la información en las particularidades de la llamada selección artificial.

Si uno consulta bibliografía especializada en este tema, podrá conocer el proceso que le permite al ser humano controlar la descendencia de animales o la reproducción de cultivos. La idea de este mecanismo que se identifica con el nombre de selección artificial es manipular los fenotipos de ciertos organismos para que el nuevo ser herede rasgos puntuales y experimente algunas transformaciones a nivel genético.

Como es de esperarse frente a la idea de intervenir en la reproducción de una especie, esta práctica provoca numerosos cuestionamientos éticos, pero quienes la defienden aseguran que, gracias a ella, se obtienen beneficios tanto para el hombre como para los seres logrados en base a la selección artificial. Mejor adaptación al entorno, más nutrientes en los alimentos, avances en el rendimiento de los cultivos y temperamentos más estables en los animales son algunos cambios positivos que, de acuerdo a quienes se especializan en esta actividad, se logran con este procedimiento.

Cabe resaltar que existen dos clases de selección artificial: una consciente (enmarcada en un plan organizado y preciso con finalidades puntuales) y otra inconsciente (un modo más experimental que puede generar daños irreparable por el carácter improvisado e informal del proceso). Al respecto, también es importante señalar que en ambos casos se puede arribar a resultados satisfactorios (es decir, podría ser una selección artificial positiva) pero, de no tomar todos los recaudos y no desarrollar esta tarea con responsabilidad, hay grandes chances de producir una selección artificial negativa.

Hace mucho tiempo, cuentan los expertos en Historia de la Gastronomía, se dio origen en suelo italiano al risotto, un plato que hoy en día se consume a nivel internacional y que contempla diversas formas de preparación. De querer conocer más sobre esta propuesta y descubrir qué ingredientes son fundamentales para este menú, no dejes de leer los párrafos siguientes.

Por lo general, la idea es lograr un resultado cremoso a partir de un arroz de alta calidad con granos medianos o pequeños, por eso se suele privilegiar el uso de variedades como el Carnaroli, el Vialone Nano, el Maratelli y el Arborio, por citar algunas de las más comunes. El queso parmesano, infaltable en la mayoría de las combinaciones a base de risotto.

De buscar alternativas que inviten a disfrutar esta opción culinaria que puede servirse como plato principal o constituir una guarnición, adquirirán relevancia los risottos con diferentes clases de carne y los risottos especialmente preparados para vegetarianos en los cuales se combinan los sabores de múltiples verduras.

El risotto de pollo, el risotto de hongos, el risotto de mariscos, el risotto de cordero, el risotto al vino blanco, el risotto de maíz, el risotto de legumbres y el risotto de quinoa son apenas algunos de los platos que le otorgan diversidad al risotto. Como se puede establecer al analizar los infinitos resultados que se logran en base a una misma preparación, el risotto se adapta a las preferencias personales de cada uno porque permite fusionar distintas clases de ingredientes. Incluso, hasta se puede preparar un risotto de frutas.