La gran mayoría de nosotros conoce en qué consiste una encuesta y sabe, ya sea por haber respondido o por haber desarrollado alguna, que esta clase de herramientas puede organizarse en base a distintos tipos de preguntas. De todos modos, no está de más hacer foco en las características de los cuestionarios y aprender, por ejemplo, las variantes que pueden diferenciar a un sondeo de otro.

En esta oportunidad, tal como adelanta el título de este artículo, la idea es indicar qué clases de respuestas se pueden obtener en base a diversas formas de preguntar.

Al respecto, hay que decir que pueden identificarse a simple vista dos grandes posibilidades: la de recopilar respuestas directas y la de trabajar en función de respuestas indirectas.

Las respuestas directas, por lo general, no las registra un encuestador sino que son brindadas sin intermediarios por los participantes. Así ocurre, por ejemplo, cuando se responden encuestas por correo postal o se completan, en un restaurante, los formularios que intentan recabar información sobre qué opinión tiene el comensal sobre el lugar, el menú, la atención, etc.

Las respuestas indirectas, en cambio, surgen de las interrogaciones de un encuestador, quien puede contactar vía telefónica a los encuestados o hacerles la consulta en la vía pública.

Asimismo, de acuerdo a qué estructura tengan las preguntas y la libertad que ofrezcan para responder, se podrán reconocer respuestas prefijadas (las cuales suelen aparecer en los casos donde se enumeran distintas posibilidades de respuesta para que el consultado elija aquella que le resulte más apropiada), respuestas limitadas (derivadas de las preguntas cerradas) y respuestas a preguntas abiertas, entre otras.