Con origen en el vocablo en latín residŭum, la palabra residuo describe al fragmento o parte que se desprende de un todo, aunque su uso más común y cotidiano guarda relación con los desechos (también denominados basura). En el plano matemático, por otra parte, se suele mencionar como residuo al resto que queda de una sustracción de resultado inexacto.

Si volvemos a centrar la información en el residuo entendido como basura, desperdicio o sobras inservibles, podremos reconocer varios tipos de residuos en función de múltiples parámetros.

De tener en cuenta sus componentes, por citar una posibilidad, se puede distinguir entre residuos orgánicos (tal como se define a aquellos que surgen de elementos que, en algún momento, fueron parte de algún ser vivo o permitieron la nutrición de algún organismo, como las cáscaras, las semillas, etc.); residuos inorgánicos (conjunto de desperdicios derivados de procesos industriales o fabricaciones artificiales, como ocurre con los plásticos y los metales); residuos peligrosos (grupo integrado por elementos que podrían llegar a representar un riesgo para la población, como los productos radiactivos, los ácidos y las sustancias corrosivas) y mezclas de residuos (combinación de materiales inorgánicos y orgánicos).

De evaluar su procedencia, en cambio, se discriminará entre residuos hospitalarios (también conocidos como residuos de carácter patogénico), residuos industriales, residuos domiciliarios, residuos urbanos, residuos comerciales, residuos tecnológicos y residuos espaciales.

Además de estas clasificaciones, a la basura se la puede presentar, según corresponda, como residuos sólidos, residuos gaseosos, residuos contaminantes, residuos biodegradables, residuos reciclables o como residuos secos.