Los médicos, frente a un paciente que se ha dislocado un hueso, hacen alusión al concepto de luxación. Se trata, de acuerdo a la teoría, de una lesión de carácter cápsulo-ligamentosa que, a raíz de un trauma grave, provoca que las superficies articulares del área afectada dejen de estar en contacto.
Entre las luxaciones más frecuentes a distintas edades es posible mencionar a la de hombro (habitualmente son casos de luxación anterior pero también se registran casos de luxación posterior), a la de codo y a la de tobillo. La luxación de cadera y la luxación de rodilla también son usuales. De producirse la lesión en la articulación tarso-metatarsiana, entonces se alude a una luxación de Lisfranc.
Los oftalmólogos, en tanto, pueden llegar a diagnosticar luxación del cristalino cuando éste, como consecuencia de un trastorno congénito o adquirido por un traumatismo, se desplazó de su ubicación normal y se ubicó en la cavidad vítrea o en la cámara anterior del ojo. De detectarse un desplazamiento parcial, entonces se trabaja sobre la idea de una subluxación. Los odontólogos, por su parte, tratan pacientes que llegan al consultorio con luxaciones dentales, las cuales según el cuadro pueden clasificarse como subluxaciones, luxaciones intrusivas, luxaciones extrusivas o luxaciones laterales.
Cabe destacar además que, en las artes marciales, las luxaciones se producen cuando un competidor disloca un hueso de su oponente valiéndose del movimiento de palanca sobre una cierta articulación (puede ser del tobillo, la rodilla, el hombro, la muñeca o el codo) o realizando una torsión en dichas zonas.