Para poder aprender a diferenciar las distintas clases de magma que existen y comprender qué particularidades presenta cada una de ellas, primero es fundamental tener en claro la teoría. De acuerdo a los expertos en Geología, el magma consiste en una masa ígnea presente en la parte interna del planeta Tierra la cual se consolida al enfriarse: cuando su temperatura baja, sus componentes terminan cristalizados y surgen de este modo las llamadas rocas ígneas. El diccionario de la Real Academia Española (RAE), a la vez, señala que se trata de una sustancia de carácter espeso que le da soporte a determinadas formaciones de origen inorgánico o tejidos y que se mantiene tras apretar los fragmentos más fluidos de los mencionados elementos.

Ahora que ya recordamos qué y cómo es el magma en base a sus definiciones, estamos en condiciones de incorporar datos útiles sobre sus clasificaciones.

Se habla de magma granítico, por ejemplo, cuando surge en áreas orogénicas en base a magmas andesíticos o basálticos que logran atravesar rocas sedimentarias o ígneas y fundirlas. Este magma tiene la capacidad de dar origen a grandes plutones y se distingue de los demás por tener el punto más bajo de fusión.

El ya citado magma andesítico, en tanto, nace en regiones de subducción y posee desde minerales hidratados hasta sílice. Y el magma basáltico, por su parte, sobresale por ser el tipo de magma más común, generado en las dorsales con poco contenido de sílice o en la parte interna de las placas tectónicas y ser alcalinos.