Una macromolécula, señalan apelando a la teoría aquellos que se especializan en cuestiones vinculadas a la Química, es una molécula de grandes dimensiones conformada por una elevada cantidad de átomos que suele sobresalir por su considerable peso molecular. Hay muchas variedades, por eso es interesante profundizar en el tema y adquirir herramientas teóricas para poder diferenciarlas entre sí a partir de múltiples criterios o aspectos evaluados.

En primer lugar hay que destacar que al analizar sus particularidades descubrimos la existencia tanto de macromoléculas orgánicas como de macromoléculas inorgánicas. Hay, asimismo, macromoléculas que forman parte de los seres vivos a las cuales se define con el nombre de biopolímeros y macromoléculas no poliméricas. El plástico común, en tanto, se caracteriza por ser una macromolécula sintética.

Prestar atención a cómo surgen, por ejemplo, nos permite distinguir entre macromoléculas naturales (como los carbohidratos, los ácidos nucleicos y los polisacáridos, por enumerar algunas posibilidades a modo orientativo) y macromoléculas artificiales (grupo donde se nuclean los polímeros y los nanotubos de carbono). Su estructura molecular, por otra parte, las hace clasificar como macromoléculas lineales (cuando las uniones de los monómeros se producen en dos puntos) o como macromoléculas ramificadas (cuando un monómero se une a otro por al menos tres puntos).

Tampoco se puede dejar de resaltar que la composición de las macromoléculas es otro aspecto a considerar a la hora de catalogarlas. En este contexto, adquieren relevancia los copolímeros (en los cuales hay al menos dos monómeros) y los homopolímeros (donde se identifica a un único monómero).