Varios son los usos prácticos que, en idioma español, posee el concepto de banco. En ciertos contextos, la palabra describe a las entidades públicas o compañías financieras que prestan dinero y/o reciben capitales a través de depósitos; en otros, alude a asientos que pueden, o no, tener varios cuerpos y respaldo. También los expertos en Ingeniería, Geología, Informática y Arquitectura emplean este vocablo con fines determinados.
Dada la variedad de significados, resulta importante repasar sus clasificaciones y tener presente las categorías que amplían al alcance de este término de raíces francesas.
Las zonas bajas arenosas próximas al río o al mar, por ejemplo, se conocen como bancos de arena. Las estructuras generadas a partir de agua congelada de mar, en cambio, son señaladas como bancos de hielo. Un banco de niebla, asimismo, es una masa de niebla distribuida a lo largo de una superficie que dificulta la visión y complica, por ejemplo, el transporte.
Los bancos de datos, por su parte, son conjuntos de información sobre un tema en particular que se almacenan en equipos informáticos y están a disposición de uno o más usuarios.
De limitar la búsqueda de alternativas a las entidades bancarias, encontraremos como opciones a los bancos públicos y privados, a los bancos mixtos, a los bancos corrientes, a los bancos especializados, a los bancos de emisión, a los bancos centrales, a los bancos de segundo piso y a los bancos de desarrollo.
Otras categorías relacionadas a otras temáticas: banco de sangre, banco de alimentos, banco de pruebas, banco de ideas, banco de plaza, banco de piedra, banco de la paciencia, etc.