La teoría señala que un zombi es un individuo que, tras haber fallecido, volvió a la vida y fue reanimado (con la condición de quedar “esclavizado” o sujeto a la voluntad de otro) a través de rituales o prácticas vinculadas a la brujería. En el ámbito informal, también se describe con este término a quienes, por estar dormidos o atontados, se comportan como autómatas.
A lo largo de la Historia, muchos escritores han contribuido a alimentar la imagen y las creencias populares sobre los zombies al incluir este tipo de personajes en sus obras. Algo similar ha ocurrido desde el séptimo arte, el universo televisivo, el mundo del cómic y la industria de los videojuegos.
Quienes practican el vudú, por ejemplo, vinculan al zombi con el alma dual. En este marco, se identifican dos clases de alma: uno conocido como Gros Bon Ange (entendido en español como “Gran Buen Ángel”) y otro definido como Ti Bon Ange (interpretado como “Pequeño Buen Ángel”). A partir del segundo grupo, señalan aquellos que tienen estas creencias, aparecen las clasificaciones de zombies corpóreos (de cuerpos sin alma) y de zombies incorpóreos (con alma pero sin cuerpos).
Más allá de estas interpretaciones, se ha analizado la noción desde una perspectiva filosófica ya que, para ciertos expertos, los zombies son seres humanos de apariencia normal pero que carecen de funciones mentales y conciencia. En este contexto, adquiere relevancia la idea de zombi filosófico.
En Computación e Informática, por otra parte, la idea de zombi se aprovecha para describir la situación en la cual queda un equipo cuando, tras ser infectado con un malware, puede ser manipulado por extraños para llevar a cabo actividades maliciosas.