El acto de volar (tal como se conoce al hecho de trasladarse por aire, elevarse, remontarse) da como resultado un vuelo. El término, en la práctica, no sólo se aplica a las aves y a los transportes que avanzan a gran distancia del suelo sino también a la indumentaria y prendas textiles que tienen movimiento y amplitud. Además está presente en los campos del Derecho y la Arquitectura.
Al examinar todos los usos de esta noción surgen como posibilidades varias categorías que ofrecen más precisiones teóricas sobre el vocablo.
Así, entonces, podemos aprender o recordar que el vuelo rasante es aquel que se realiza a poca distancia del suelo; que el vuelo animal se produce por la capacidad de ciertos animales para avanzar con sus alas por el aire y que el vuelo mecánico es el que permite que se puedan elevar y ser conducidas lejos de la superficie máquinas como helicópteros, dirigibles y aviones.
De tener en cuenta los servicios que se ofrecen por aire, las distancias que pueden recorrerse y otras variables que enriquecen al acto de volar, tendremos la posibilidad de conocer alternativas como los vuelos chárter (servicio exclusivo, por fuera de los horarios habituales de vuelo comercial); los vuelos acrobáticos (llaman la atención por las piruetas y maniobras arriesgadas que se realizan en el aire con avionetas); los vuelos a vela (actividad deportiva aérea que también se conoce como vuelo sin motor) y los vuelos espaciales (atraviesan la atmósfera, pueden ser tripulados o controlados de manera remota), entre muchas otras que demuestran la diversidad de opciones existente en materia de vuelos.