Se denomina brujería al conjunto de prácticas relacionadas a la magia y a la superstición que llevan a cabo los brujos (al respecto, hay que decir que una bruja es alguien que tiene poderes extraordinarios gracias a haber firmado un pacto con el diablo). Estos rituales importantes para muchas culturas surgidas a lo largo de la Historia se basan en actividades y conocimientos dirigidos a armar hechizos poderosos con fines maléficos o benéficos según la intención de cada uno.
Cuando los esfuerzos esotéricos giran en torno a la manipulación de la libertad de un individuo y buscan alterar con propósitos dañinos a un ser o al mundo, la brujería se describe como magia negra. Por el contrario, cuando se pretende neutralizar a la magia negra y se llevan a cabo artificios con fines benéficos se habla de magia blanca.
Más allá de las mencionadas, hay otras clases reconocidas de brujerías, tal el caso de la magia roja. Según aquellos que estudian, analizan y practican las ciencias ocultas, la magia roja o hematomancia es una opción que se vale de sangre o tejidos vivos para, por ejemplo, conquistar a alguien.
El chamanismo (conjunto de creencias y prácticas realizadas por el hechicero al que se le atribuyen poderes sobrenaturales para sanar enfermos, invocar espíritus, realizar adivinaciones) y el vudú (sistema que le atribuye a los sacerdotes la capacidad de ponerse en contacto con los muertos y resucitarlos para hacerlos trabajar en su beneficio) son otros movimientos reconocidos por la cultura popular donde adquiere relevancia el concepto de brujería.