Los expertos en Botánica y Biología definen como óvulo a la célula sexual que permite la reproducción en los organismos femeninos. Esta palabra, informa el diccionario de la Real Academia Española (RAE), tiene su origen en ovŭlum, un vocablo latino que servía como diminutivo de ovum (traducido al español como ‘huevo’).
Mientras que en los animales esta célula es generada por los ovarios y da origen a un cigoto tras fusionarse con un espermatozoide, en las plantas los óvulos (conocidos también con el nombre de rudimentos seminales) son los órganos que albergan en el saco embrionario a los gametos femeninos y a otras células.
En las mujeres, los óvulos son liberados por el folículo ovárico durante la fase conocida como ovulación. Esta palabra, como sabrán muchos de ustedes, se emplea para indicar tanto la presencia de un óvulo maduro como también a la ya citada etapa marcada por la expulsión (provocada o espontánea) del ovario de un mínimo de un óvulo. Al respecto, conviene saber también que hay unos preparados medicinales que se conocen a nivel general como óvulos vaginales y cuya aplicación se suele recomendar en casos de infecciones vaginales.
Por otra parte, es interesante resaltar que, según los especialistas en Botánica, existen en las plantas varias clases de óvulos que se diferencian entre sí por su apariencia y estructura. Los denominados ortótropos, por ejemplo, son aquellos en los cuales el micrópilo, el funículo y la chalaza se encuentran alineados, mientras que los anátropos se caracterizan por tener la chalaza de un lado y, del otro, a la micrópila junto al funículo. Por su parte, los campilótropos son óvulos de estructura curva en los cuales la chalaza está cerca del funículo.