Las letras, esos signos gráficos que constituyen el alfabeto de un idioma, son símbolos que comenzaron a emplearse desde la época anterior a Cristo. Cada una de ellas varía de acuerdo a su procedencia y el ámbito de aplicación, pero todas forman parte de un sistema de escritura.
También es importante destacar que, además de poseer el significado descripto, el concepto da origen a otras expresiones, tales como letra historiada (la cual hace referencia a una letra inicial ornamentada y de tamaño grande); letra capital (el signo que da inicio a un capítulo o párrafo de un libro); letra de cambio (entendida como medio de pago); letra a nivel musical (segmento en el cual permite acompañar una melodía con el canto) y letra del universo literario (donde se pueden distinguir las letras humanas, las letras divinas, las letras clásicas, las letras modernas, las hispánicas, las inglesas y las francesas, entre muchas otras).
En tipografía, por otra parte, se suele definir como tipo de letra al conjunto de uno o más grupos de moldes de letras que se caracterizan por tener una unidad de estilo.
Aunque al analizar el vocablo surgen clasificaciones que profundizan en el estilo de letras, tal como sucede al hacer referencia a la letra cursiva y la letra imprenta, el término incentiva también la curiosidad de saber cómo varían estos signos en función del alfabeto que integren. En el español, por ejemplo, tenemos símbolos como A,B y C, tres unidades muy distintas a los caracteres ﺍ, ﺏ, ﺕ del alfabeto arábigo y, sin embargo, ambas cumplen el mismo fin: permitir la escritura y posibilitar la comunicación.