El concepto de ocupación (con origen en el vocablo latino occupatĭo) engloba al trabajo o tarea que requiere dedicación por parte de quien lo desarrolla, aunque el término posee otras acepciones que permiten ampliar su alcance.
De acuerdo a la información proporcionada por el diccionario de la Real Academia Española (RAE), esta palabra también sirve para hacer referencia al acto y consecuencia de ocupar; a la forma común de apropiarse de determinados objetos o bienes que nadie reclama o directamente carecen de dueño y a la especie de invasión que puede surgir en diferentes ámbitos. Los urbanistas, en cambio, entienden por ocupación a la cantidad de metros cuadrados que cubre una estructura edilicia en un cierto perímetro de superficie.
En base a estas definiciones se desprende la idea de que no hay una única clase de ocupación. Si uno hace foco sobre este pensamiento no tardará en advertir que, además de las tradicionales ocupaciones laborales (que varían en función de las responsabilidades y tareas asignadas a cada trabajador) existen a un nivel más amplio las posibilidades de ocupaciones militares (estadía de una fuerza o ejército en una nación extranjera donde, pese a no ser parte de la nación, adquiere autoridad y toma un rol activo en la organización de la vida pública), ocupaciones hoteleras (las cuales se calculan para establecer un porcentaje relacionado a la cantidad de huéspedes hospedados en un hotel en un momento determinado) y de ocupaciones ilegales (aquellas que se producen por imposición de un grupo de personas en, por ejemplo, un edificio o vivienda abandonada), entre varias más.