Al oir o leer el término “vacuna”, algunos piensan automáticamente en jeringas, agujas, enfermeros y dolor; otros, por su parte, recuerdan a un tipo de carne derivada del ganado bovino. A continuación, repasaremos los usos más comunes de este término y aportaremos datos de interés sobre las distintas categorías que se desprenden de este vocablo.
Por un lado, una vacuna es una sustancia con antígenos que se introduce en el cuerpo humano a fin de que se generen anticuerpos para evitar de este modo contraer ciertas enfermedades.
De acuerdo a las características que presenten, se las puede catalogar como vacunas inactivadas, vacunas vivas atenuadas, vacunas avirulentas, vacunas experimentales (tal como se denomina a aquellas que aún están en periodo de prueba), vacunas especiales (aquellas que no están incluidas en el Calendario Nacional de Vacunación pero que están a disposición de las personas que, por recomendación médica, necesitan aplicarse dosis de estas preparaciones particulares), vacunas genéticas y vacunas posificadas preparadas en base a organismos inactivos o ya muertos.
De tener en cuenta qué clase de patología previenen, entonces podremos diferenciarlas como vacunas contra la gripe, vacuna antitetánica, vacuna contra la poliomielitis, vacuna contra la hepatitis B, vacuna antirrábica, etc. Además, hay vacunas específicas que se requieren para viajar al exterior según las características del país que se elija como destino.
Claro que, como adelantamos líneas arriba, hay varias interpretaciones y usos de esta noción. Según la mitología romana, por ejemplo, Vacuna era una deidad adorada, en especial, por la gente del campo.