El incienso es un producto muy antiguo. Se trata de un preparado a base de resinas vegetales aromáticas que, al ser encendidas en un ritual o por motivos terapéuticos, religiosos o de aromatización ambiental, despiden un humo con fragancia particular.
Hay, en líneas generales, dos clases de incienso: a aquel que el árbol destila de manera natural y es, por lo tanto, de mejor calidad y gran pureza, se lo conoce como incienso macho. El que, mediante una incisión, destila el árbol, por su parte, se define como incienso hembra.
De querer evitar los preparados comerciales, es posible trabajar en el hogar de manera artesanal para conseguir inciensos caseros ecológicos ideales para aromatizar cada ambiente del hogar.
Otra cuestión a tener en cuenta a la hora de emplear este elemento es la diferencia entre los inciensos para quema directa (requiere un procesado previo mucho más profundo pero la preparación para que comience a arder no es muy exigente) y los inciensos destinados a la quema indirecta. Las presentaciones, en tanto, nos llevan a optar entre incienso en barra, incienso en polvo, incienso granulado, incienso en cono, etc.
Distinto es el caso del denominado incienso verde, ya que se trata de una planta perenne originaria de Guatemala, México y Estados Unidos que pertenece a la familia Asteraceae también bautizada como estafiate. El incienso de Andalucía, en cambio, es uno de los nombres que identifica a la Artemisia Absinthium, una planta aprovechada con fines medicinales que es más conocida como hierba santa o ajenjo.