Si interpretamos la idea de frontera como una línea imaginaria que sirve para separar un territorio de otro, entonces será inevitable sentir curiosidad por saber qué hay del otro lado y cómo es esa superficie a la que podemos llegar cruzando de un lado hacia el otro, según la dirección que elijamos tomar.

Como se advierte al observar y analizar la realidad mundial, dos naciones pueden estar divididas por una frontera territorial que marca los límites de cada país pero también puede ocurrir que existan fronteras naturales a partir de la existencia de elementos geográficos como ríos, mares o una cordillera que sirvan como franja de segmentación.

Las fronteras económicas, en tanto, pueden ser vivas (los pobladores de estos territorios no agotan sus actividades y mantienen las finanzas en funcionamiento) o muertas (sitios en los cuales no hay comunidades que movilicen comercialmente a la región o que intercambien recursos con áreas cercanas).

Las coordenadas geográficas, por último, son fundamentales para marcar fronteras artificiales valiéndose de monumentos, murallas u otras construcciones que permiten marcar los límites entre, al menos, dos lugares cuyas poblaciones responden a diferentes autoridades, culturas, etc.

Es interesante recordar además que cuando son tres las naciones que convergen en un mismo punto geográfico, entonces adquiere relevancia la expresión de “triple frontera terrestre”.

Más allá de estas referencias, hay que tener presente que la noción de frontera también se utiliza en Topología, en la industria automotriz para identificar un modelo de coche y es empleada asimismo en el campo de la lingüística.