En el ámbito gastronómico se suele hacer alusión con frecuencia a la idea de tamizar. Esta práctica, según se advierte al observar un programa de cocina o al consultar a un cocinero, gira en torno a pasar una cierta preparación por el tamiz con el propósito de quitarle impurezas y grumos.
¿Qué es un tamiz? Pues un elemento armado a partir de una tela y un alambre o material similar generalmente circular. Este objeto permite, por ejemplo, tamizar harinas, cacao, azúcar, etc.
De profundizar en las definiciones de este término que, de acuerdo a la información proporcionada por la Real Academia Española (RAE), deriva del vocablo en francés tamis, se podrán conocer (o redescubrir) otras aplicaciones de esta noción que nada tienen que ver con las cuestiones culinarias.
En el plano de la Geometría, por mencionar un caso puntual sin llegar a añadirle complejidad a este artículo, es común hacer referencia al tamiz de Apolonio, una estructura que se logra por medio de la representación de varias circunferencias.
Por otra parte, en un laboratorio es posible reconocer entre todos los materiales de trabajo al tamiz molecular, tal como se define a una pieza que posee una utilidad similar a la de un filtro pero, a diferencia de éste, su capacidad de absorción funciona a nivel molecular. Según indican aquellos que conocen bien a este objeto, el tamiz molecular sirve para purificar corrientes de gas, para la separación de compuestos líquidos y gaseosos y para desecar diferentes reactivos, entre otras cuestiones que requieren precisión.