El concepto de selección tiene un alcance amplio y acepciones que permiten adaptar el significado de acuerdo a cada contexto. Por un lado, brinda la posibilidad de identificar al acto de elegir una cosa entre muchas (“El menú consta de una selección de fiambres y panes caseros”, “A la hora de salir de compras, conviene tener un criterio claro para la selección de juguetes adecuados para cada edad”), así como también describe al equipo que, en diversos deportes, se conforma con jugadores de diferentes clubes pero misma nacionalidad para representar al propio país en el marco de una competencia internacional (así surgen, por ejemplo, las selecciones de rugby, de atletismo y de fútbol tanto femeninas como masculinas, por mencionar algunas a modo de referencia).

La idea de selección natural, en cambio, apunta al método de supervivencia señalado por Charles Darwin que se basa en el reemplazo de ciertas especies por otras más evolucionadas. En este campo, adquieren relevancia cuatro modalidades de selección: la llamada estabilizadora (conocida también con los nombres de selección purificadora o negativa), la direccional, la balanceada y la sexual.

Claro que, de analizar con más profundidad el significado de ‘selección’, aparecerán como alternativas las selecciones adversas (expresión propia de las áreas de Estadística y Economía); la selección de personal (procedimiento necesario para contratar los empleados idóneos para cada puesto tras evaluar los perfiles de numerosos postulantes) y la selección artificial (tal como se conoce a una práctica de control reproductivo), entre muchas otras variantes que extienden el alcance del concepto.