Todo aquello que tiene la capacidad de roer y que logra conmover o movilizar se describe como roedor (o roedora, en su versión femenina). En el campo de la Zoología, este término identifica a una familia de mamíferos por lo general de tamaño mediano que poseen en sus mandíbulas un par de poderosos incisivos con los cuales roen la madera, corroen, muerden y perforan las superficies.

El grupo de roedores incluye a un gran número de especies, por eso resulta interesante aprender sobre el tema y saber qué animales pertenecen a este conjunto y cómo se clasifican las diversas familias del clan.

En primer lugar, es posible distinguir entre roedores salvajes y roedores domésticos. Los integrantes del primero de los grupos mencionados están distribuidos en distintos rincones del mundo y pueden ser ejemplares de grandes dimensiones como el coipo o pequeños, como el ratón de campo. Los roedores domésticos, en cambio, se consideran mascotas y contemplan variedades como las de los cobayos, los hámsteres, las chinchillas domésticas y las ardillas, entre muchas otras.

Al analizar a estos animales y el vínculo que el ser humano establece con ellos, es posible también hacer referencia a la categoría de “roedores útiles”, en la cual aparecen especies que el hombre aprovecha con fines alimenticios, para comercializar su pelaje o para investigaciones científicas. Por otra parte, hablar de “roedores dañinos o perjudiciales” es hacer referencia a plagas que ocasionan daños materiales en el entorno que habitan, destruyen plantaciones y transmiten enfermedades que atentan contra la vida de las personas y de otros seres vivos.

El concepto de saco (término que procede del vocablo latino saccus) se utiliza en el plano de la indumentaria para describir a una prenda que puede confeccionarse en distintos talles para hombres, niños, niñas, jóvenes y mujeres con fines de completar un look y tener algo de abrigo. En líneas más generales, la idea se destina a describir al sobre o receptáculo diseñado en cualquier material resistente que sirve para guardar o depositar elementos.

Para la Biología, por otra parte, la noción identifica a un órgano o estructura interna con apariencia de bolsa que se aprovecha como reservorio, tal como sucede con el saco amniótico y los sacos vasculosos, por mencionar algunos a modo de referencia.

De contemplar todas las acepciones de esta palabra, se podrá encontrar un gran número de categorías para encuadrar a este término que permite hacer alusión a numerosas cuestiones. A las mencionadas líneas arriba, por lo tanto, se podrán agregar las opciones de saco de dormir (también conocido como bolsa de dormir); saco de noche (por lo general, prenda de mano para los viajes); sacos aéreos (órganos propios de las aves que contribuyen al proceso respiratorio y evitan un excesivo incremento de la temperatura mientras los ejemplares están en vuelo); saco terrero (relleno con tierra y utilizado con fines defensivos frente a un ataque); sacos de papel (aquellos que cumplen la función de una bolsa); sacos de boxeo (herramienta de entrenamiento) y de sacos lagrimales (tal la denominación de los conductos que unen a los lagrimales), entre muchas otras que le aportan diversidad a la idea.

En la vida cotidiana se describe como rutina (palabra con origen en el vocablo francés routine) al hábito o a la organización diaria que siempre se lleva a cabo del mismo modo por cuestiones prácticas. Ya en un plano más concreto como el de la Informática, en cambio, este concepto se reserva para describir a las secuencias de instrucciones que conforman un programa sin estar sujetas a modificaciones y que pueden ser empleadas de manera reiterada.

A partir de las definiciones teóricas, es posible reconocer diversas clases de rutinas, cada una con sus propias características. Así, entonces, a las rutinas informáticas que aparecen en un algoritmo principal desarrollado en un lenguaje específico de programación se le suman las rutinas laborales (asociadas a la dinámica del empleo que se posea), las rutinas de ejercicios (para desarrollar musculatura o trabajar una cierta parte del cuerpo) y las rutinas artísticas (actos que un artista repite como parte de su espectáculo), por citar algunas de las más comunes.

De querer entender qué es, en el día a día, una rutina, se puede citar el siguiente ejemplo: Despertarse de lunes a viernes a las 6.30 horas, desayunar una taza de café acompañada por dos tostadas untadas con manteca, ir a tomar el colectivo, llegar al trabajo, realizar tareas administrativas, salir de la oficina a las 18 horas, caminar hasta la parada del colectivo para regresar al hogar, darse una ducha, preparar la comida, mirar televisión junto a la familia mientras cenan, acostarse a las 23 horas. Romper la rutina, por lo tanto, sería no hacer todos los días lo mismo o alterar el orden de algún plan de manera repentina.

Cuando algo se roza, es decir, se toca de manera sutil y hasta sin intenciones de generar un contacto entre dos elementos, se produce un rozamiento. Esta palabra, según se advierte al consultar sus significados en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), también se aprovecha para describir una suerte de enfrentamiento o discusión leve entre al menos dos personas y, en el ámbito de la Mecánica, hace alusión a la resistencia opuesta a la rotación o al deslizamiento de un elemento sobre un cuerpo.

Al profundizar en esta última acepción, adquiere relevancia la idea de fricción y surgen datos que permiten encuadrar cada caso de rozamiento en diferentes categorías. Así, entonces, es posible conocer las particularidades del rozamiento dinámico (como lo es, por mencionar un caso concreto, el que se produce entre los neumáticos de un automóvil en movimiento y el asfalto cuando el vehículo se frena de manera abrupta) por ejemplo en un plano de orientación inclinada; saber en qué consiste la fuerza de rozamiento estática (tal como se conoce a la resistencia que hay que vencer para que un cuerpo se ponga en movimiento tras estar en contacto con otro que se mantiene estático) y hacer foco en las características de los rozamientos con lubricación en superficies sólidas, los cuales pueden transformarse en un rozamiento hidrodinámico a muy alta velocidad.

Asimismo, se puede hablar de rozamientos externos (modalidad que se subdivide en las categorías de rozamientos de deslizamientos y rozamientos de rodaduras), por citar otra posibilidad que le aporta diversidad al concepto.

Al oir o mencionar la idea de sacerdote, uno inmediatamente traslada sus pensamientos hacia el plano religioso, ya que este concepto con origen en el vocablo latino sacerdos identifica, dentro del catolicismo, al hombre que se ha preparado para oficiar la misa y realizar actividades referentes al área pastoral. Sin embargo, el término tiene un significado más amplio por estar presente en numerosos credos: de ahí que resulte interesante descubrir sus alcances y sus múltiples aplicaciones para ampliar nuestros conocimientos generales.

De hacer foco en la antigüedad, por citar una posibilidad, se podrá recordar la figura de los sacerdotes augustales, quienes le rendían culto al emperador romano Augusto, mientras que el príncipe de de los sacerdotes hebreos ha sido presentado a lo largo de la Historia como el “sumo sacerdote”.

Más allá de estas referencias, es posible distinguir también a los sacerdotes simples (aquellos con vocación de servicio que no poseen competencia eclesiástica), a los sacerdotes incas (conocidos como Huíllac Uma en quechua y señalados como Vila Oma por los españoles, eran los sacerdotes principales del Imperio Incaico), a los sacerdotes jesuitas (nucleados en torno a la llamada Compañía de Jesús), a los sacerdotes sanadores (tal como se conoce a los curas que, con fe y convencidos de ser instrumentos de Dios, imponen sus manos frente a alguien enfermo y logran, de acuerdo a quienes creen en ellos, sanar al individuo en cuestión) y a los sacerdotes anglicanos (enmarcados en las tradiciones de la iglesia anglicana), por citar algunas otras clases de sacerdotes cuyas figuras han adquirido popularidad a escala internacional.

El concepto de sable, a nivel general, lleva a pensar inmediatamente en una clase de arma blanca cuya apariencia es similar a la de una espada, aunque al comparar ambos con precisión se advierte que el sable es un poco más curvo y posee un solo corte.

Sin embargo, al profundizar al respecto es posible advertir no sólo la existencia de numerosas variedades de sables (entre los cuales aparecen el sable de luz propio del universo ficticio de Star Wars, el cimitarra, la flissa típica de la región norte de África, el shamsir y el yatagán, estos dos últimos típicos de Oriente, por citar algunos), sino también otros significados que le aportan diversidad a la noción. En suelo cubano, por dar una referencia concreta, se identifica como sable a un pez de estructura alargada y semejante a la anguila cuyo cuerpo posee una tonalidad brillante y plateada. Asimismo, hay quienes describen como sable al individuo que tiene la capacidad para vivir a costa de otra persona o la destreza para conseguir dinero ajeno.

También resulta interesante mencionar que, a partir del arma que solían usar los soldados de caballería, surgió el sable típico de la práctica de esgrima. Por otra parte, la heráldica ha adoptado el vocablo para bautizar como esmalte sable a la tonalidad negra, mientras que los expertos en cuestiones geográficas distinguen como Sable a una isla canadiense, a una isla francesa y a un cabo localizado en la región sur de Nueva Escocia, entre otros territorios que llevan ese término como nombre.

La idea de rótulo (palabra procedente del vocablo latino rotŭlus) refiere a las etiquetas, carteles, letreros, inscripciones y títulos que permiten saber el contenido de una determinada cosa o lugar. Asimismo, esta noción se utiliza para presentar el rol, la actividad o la denominación de una persona, por ejemplo: “A esa mujer le adjudicaron el rótulo de ‘Viuda Negra’”.

De indagar en los alcances de esta expresión, se podrán identificar múltiples variedades de rótulos. Es posible, en líneas generales, desarrollar, conseguir y colocar rótulos personalizados, rótulos publicitarios, rótulos antiguos, rótulos comerciales, rótulos en madera, rótulos electrónicos, rótulos religiosos, rótulos de seguridad, rótulos de cosméticos, rótulos online y rótulos universitarios, por citar algunos a modo de referencia.

Las empresas que se encargan de fabricar rótulos, por su parte, incluyen en su oferta no sólo algunos de los productos mencionados en el párrafo anterior sino también la posibilidad de crear rótulos con o sin luz; rótulos de banderolas; rótulos con letras corpóreas elaboradas en bronce, aluminio, acero inoxidable u otros materiales; rótulos textiles y rótulos infantiles, por citar algunas posibilidades concretas.

Para comprender mejor los alcances de este concepto, a continuación complementaremos la información con varios ejemplos de uso:

“Las obras deben presentarse en un sobre cerrado que posea el rótulo ‘Premio de Novela Romántica 2013’”
“Cambiaron el rótulo de la causa”
“Se quiere despegar del rótulo de ‘abogado del diablo’”
“Evitamos ponerle un rótulo a nuestra relación”
“No es casualidad que ese futbolista tenga el rótulo de goleador”
“Antes de ingerir un medicamento, es importante leer bien su rótulo”

El juego basado en el armado de una figura a partir de pequeñas piezas confeccionadas en papel, cartón, madera u otro material que deben unirse entre sí para considerar completo el desafío se conoce como puzzle o rompecabezas.

Esta iniciativa lúdica surgió hace muchos años y, desde entonces, ha logrado entretener a múltiples generaciones bajo numerosas modalidades que le aportan diversidad a la propuesta.

Mucho antes de que surgieran los modernos rompecabezas online (para jugar por Internet) y los rompecabezas en videojuego (adecuados para consolas y ordenados mediante el uso de un joystick), hubo quienes dedicaron su tiempo al armado del Tangrama (un rompecabezas chino compuesto por figuras geométricas) y de rompecabezas simples que requieren la lógica y el orden manual para considerarse terminados.

Con el paso de los años, adquirieron relevancia los rompecabezas numéricos (entre los cuales aparece el pasatiempo conocido a escala internacional como Sudoku), los rompecabezas físicos, los rompecabezas poliédricos y los rompecabezas en tres dimensiones. Hay, asimismo, rompecabezas compuestos por pocas piezas (un juego básico para poder ser completado, por ejemplo, de un niño de corta edad) o estructuras de gran tamaño que superan las mil piezas y que suelen cautivar a los jóvenes y adultos por el desafío que suponen.

Por supuesto, el avance de la tecnología y diversas experimentaciones científicas permitió que el diseño de los rompecabezas se optimizara y evidenciara una fuerte evolución. Así, por ejemplo, mientras que los rompecabezas infantiles más primitivos se ofrecían en blanco y negro, hoy los niños disponen de una amplia oferta de rompecabezas con colores, diseños y dificultades diferentes.

Con origen en el vocablo latino ruptūra, la idea de ruptura describe el resultado de algo que se ha roto o segmentado. La noción, como se deduce de la vida cotidiana, puede aprovecharse para hacer referencia al quiebre de un vínculo entre personas o bien para hacer alusión al rompimiento de las relaciones entre dos o más países y a la fractura de un enlace químico, entre otras cuestiones.

Tal como se puede advertir, se trata de un término de amplio alcance que suele dar origen a numerosas expresiones y categorías. Cuando se habla de la ruptura chino-soviética, por citar una posibilidad, se busca recordar el enfriamiento de los lazos entre la URSS y la República Popular China, mientras que la expresión “ruptura homolítica” le sirve a los expertos en Química para citar la existencia de un quiebre dentro de un enlace químico en el cual los átomos retienen un electrón y generan, de este modo, un par de radicales libres.

Otras clases de ruptura que pueden reconocerse en distintos contextos: ruptura conyugal, ruptura espontánea de simetría electrodébil, doble ruptura del bloqueo de Arica, ruptura uterina, ruptura dieléctrica, ruptura prematura de membranas ovulares, ruptura familiar, ruptura laboral, ruptura del equilibrio ecológico, ruptura del globo ocular, ruptura del glaciar, ruptura estilística, rupturas políticas, etc.

En base a estas clasificaciones surgen expresiones como “La cantante aclaró no saber si la ruptura es definitiva pero señaló que, por el momento, no volverá con el futbolista”, “La ruptura de un caño generó graves inconvenientes en la zona” y “A poco menos de dos meses para las elecciones, se registran importantes rupturas dentro del partido”.

Se conoce como sabio a quien tiene sabiduría. ¿Qué quiere decir esto? Pues que ha alcanzado el nivel más profundo de conocimiento en una determinada disciplina o asunto o bien que sabe conducirse con razón y prudencia tanto en el plano personal como en el profesional.

Cuando se habla de “sabiduría eterna”, por citar una posibilidad, se busca hacer foco en la idea religiosa que indica que el Ser Supremo o Dios encarna esa sabiduría ilimitada y perpetua a través de la cual todo se comprende y se acepta. En cambio, al aludir a la sabiduría diferenciadora se pretende marcar la capacidad humana para distinguir lo real frente a lo falso.

Asimismo, existe la sabiduría absoluta (aquella lograda con intuición y conocimientos hiperconscientes), la sabiduría igualadora (que brinda la posibilidad de percibir desde sutilezas hasta información directa y concreta) y la sabiduría transparente (con la cual se aprende de manera directa y se obtiene un saber puro). En otros contextos, además, se diferencia entre la sabiduría inferior (variable que indica cuántos conocimientos atesora alguien) y la sabiduría superior (categoría que engloba a la conciencia que el individuo tiene acerca de todo lo que ha aprendido).

Cabe resaltar por otra parte que la noción fue desarrollada también por James Surowiecki en su libro titulado “Sabiduría de los Grupos: Por qué los muchos son más inteligentes que los pocos y cómo la sabiduría colectiva da forma a los negocios, economía, sociedades y naciones”. En ese marco, se hace alusión a la sabiduría de las masas, un saber que, desde la perspectiva del autor, se respalda en la coordinación, la cooperación y la cognición logradas por grupos de personas.