Cuando algo se roza, es decir, se toca de manera sutil y hasta sin intenciones de generar un contacto entre dos elementos, se produce un rozamiento. Esta palabra, según se advierte al consultar sus significados en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), también se aprovecha para describir una suerte de enfrentamiento o discusión leve entre al menos dos personas y, en el ámbito de la Mecánica, hace alusión a la resistencia opuesta a la rotación o al deslizamiento de un elemento sobre un cuerpo.
Al profundizar en esta última acepción, adquiere relevancia la idea de fricción y surgen datos que permiten encuadrar cada caso de rozamiento en diferentes categorías. Así, entonces, es posible conocer las particularidades del rozamiento dinámico (como lo es, por mencionar un caso concreto, el que se produce entre los neumáticos de un automóvil en movimiento y el asfalto cuando el vehículo se frena de manera abrupta) por ejemplo en un plano de orientación inclinada; saber en qué consiste la fuerza de rozamiento estática (tal como se conoce a la resistencia que hay que vencer para que un cuerpo se ponga en movimiento tras estar en contacto con otro que se mantiene estático) y hacer foco en las características de los rozamientos con lubricación en superficies sólidas, los cuales pueden transformarse en un rozamiento hidrodinámico a muy alta velocidad.
Asimismo, se puede hablar de rozamientos externos (modalidad que se subdivide en las categorías de rozamientos de deslizamientos y rozamientos de rodaduras), por citar otra posibilidad que le aporta diversidad al concepto.