Cuando algo no tiene seguridad o alguien, por alguna razón, no se siente seguro, entra en juego la idea de inseguridad.
Si bien el uso más frecuente a nivel general guarda relación con situaciones vinculadas a algún delito (muchos vecinos suelen organizar marchas y reclamos para que las autoridades tomen medidas contra la inseguridad, reforzando la vigilancia e incrementando la cantidad de efectivos policiales en las calles), existen múltiples clases de inseguridad.
La inseguridad también puede tener carácter emocional a partir de la imagen débil e inestable de uno mismo, por no tenerse confianza y sentirse vulnerable. La fragilidad y las dudas focalizadas en cuestiones propias de cada género, en tanto, permiten diferenciar entre la inseguridad femenina y la inseguridad masculina.
La inseguridad alimentaria, por otra parte, puede desencadenarse por la escasez de agua, el cambio climático y la contaminación atmosférica, entre otras causas que influyen de manera negativa en la producción y la calidad de los comestibles.
También existe la inseguridad informática, sufrida en dispositivos, redes, aplicaciones y sistemas operativos vulnerables que son objeto de ataques por parte de hackers. Con el uso masivo de Internet, además, es fundamental tomar recaudos para no ser víctimas de la inseguridad virtual, un problema basado, por ejemplo, en el robo de identidad por la Web y en secuestros virtuales.
De buscar más referencias que ayuden a identificar otras clases de inseguridad, podremos hacer foco en los problemas que surgen de la inseguridad laboral, la inseguridad familiar, la inseguridad religiosa, la inseguridad ontológica o en la inseguridad vial, entre otras posibilidades.