Un injerto es aquello que resulta del acto de injertar algo. Se puede relacionar el término a las tareas de jardinería que permiten fusionar plantas para que puedan crecer en ámbitos o lugares que no son del todo propicios para todas las especies, y al campo de la Medicina, ya que muchas veces se implantan tejidos y órganos en diferentes rincones del cuerpo humano.
Hay, en la práctica, diferentes clases de injertos, algunos de los cuales detallaremos a continuación para proporcionarles información de interés sobre esta temática.
Una de las posibilidades para trabajar con plantas es el injerto de escudete, basado en la incorporación de una yema que posee parte de la corteza a la que se une, cortada con apariencia de escudo.
El injerto de coronilla o corona, por otra parte, se destaca por introducir, en medio de la corteza y la albura del tronco correspondiente al patrón, al menos una púa. Asimismo, el injerto de canutillo se logra al adaptar un canuto de corteza o rodete con al tronco del patrón.
Más allá de las alternativas descriptas líneas arriba, es posible además realizar injertos por aproximación (soldando un par de ramas), injertos de hendidura (método que ofrece las variantes de hendidura simple, puente, silleta, corona, etc) e injertos de yema (como los microinjertos, los injertos en T, los anillos y los parches).
De hacer foco en las particularidades de los injertos óseos que los médicos realizan en quirófanos para reparar fracturas complejas, podremos aprender a distinguir a los autoinjertos, los aloinjertos, los xenoinjertos y los injertos aloplásticos.